SITIO OFICIAL DE LA IGLESIA DEL PUEBLO GUANCHE

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jueves, 30 de octubre de 2014

CANDELARIA INDIANA. DEVOCION Y VERAS EFIGIES EN AMÉRICA




Pablo F. Amador Marrero

Los vínculos que a lo largo de los siglos se han establecido —en cualquiera de sus vertientes—  entre Canarias y la América Hispana, son sin duda un apartado de singular importancia para la historiografía de ambas orillas. Un simple repaso bibliográfico ya nos ofrece un elevado número de referencias que abarcan gran parte del espectro, en el que las relaciones artísticas son un destacado exponente. Si bien el legado de origen indiano que atesora el Archipiélago ha sido analizado y nutrido constantemente de nuevas aportaciones, su correspondencia isleña en aquellas tierras no ha generado un eco recíproco, aunque somos sabedores de su desequilibrio natural.
Dentro de este binomio nos encontramos cómo en un extremo «el amor a la patria chica obliga al emigrante a rubricarlo con recuerdos perennes», lo que convierte a las Islas en el mejor emisario español de la plástica indiana, mientras que en el otro vértice aparecen muchos de esos mismos paisanos que llevaron en su equipaje emocional el apego hacia aquellos devotos simulacros, centro de su fervor y señas de identidad de sus lugares de origen. Ese inculcado sentimiento, potenciado por la añoranza y la necesidad natural de mantener los vínculos, queda patente ya no sólo en topónimos, lengua y costumbres —estudiados en otras disciplinas— sino que se manifiesta de manera particular en la representación votiva de imágenes propias.
No podemos olvidar que los orígenes de la Virgen de Candelaria se adentran en las raíces de nuestra cultura cristiana, por lo que ha sido siempre un referente de la piedad popular y sus necesidades. A ella acudían y acuden los canarios, como se alude en varios apartados de este volumen, con ruegos y plegarias en ayuda de los más dispares contratiempos, en los que no faltaba su amparo en las otrora peligrosas travesías marinas. La riqueza y la amplitud del tema han abierto su análisis desde múltiples puntos de vista. Los nexos devocionales de la Virgen canaria de Candelaria en América ya han sido centro de otros estudios, y si bien los testigos que esta advocación tiene en aquellas tierras —ligados con los isleños emigrados— aún demandan mayores pesquisas, nuestro interés en el presente trabajo es abordar la relación directa de diferentes piezas con la iconografía original. Algunas de éstas, inéditas para el Archipiélago y localizadas en dispares puntos de la América hispana, ponen de relieve una desigual dependencia respecto de la desaparecida escultura primigenia de la Candelaria, de la que sin duda debieron existir —y existen— otros ejemplos.
                                        
                                         Virgen de la Candelaria. Iglesia de la Compañía. Arequipa, Perú.

De Canarias a las Indias 
Frente a otros testigos que, como veremos, podemos considerar puntuales, en el caso que nos ocupa de Nuestra Señora de Candelaria, ésta se convierte desde tempranas fechas en estandarte y referencia de los emigrantes canarios, indistintamente de sus islas de procedencia. El propio fray Alonso de Espinosa, estante en Guatemala en su juventud, expresó el alcance de dicha fama al tener «de esta santa imagen noticia (¿más dónde no se tendrá?) y oí contar prodigiosas cosas de ella»1. Esa misma fama y la devoción perpetua del canario se verá traducida no sólo en diferentes esculturas y lienzos que de una forma más o menos fiel —a modo de veras efigies—, se localizan en América Latina, sino que trajo consigo la fundación de retablos, capillas e incluso iglesias puestas bajo dicha advocación y que aún hoy siguen siendo referencia para los isleños y sus descendientes establecidos en esas tierras.
En este sentido el mejor exponente corresponde con la antigua imagen de la Candelaria que presidía su iglesia —la de los isleños— y daba nombre al barrio tradicional de los canarios en Caracas, Venezuela, país que por sus históricos lazos con las Islas es el que atesora el mayor número de ejemplos para nuestro estudio. Sustituida a principios del siglo XX por una imagen de vestir2, recaló posteriormente en una colección privada caraqueña, último dato del que se tuvo referencia hasta hace algunas décadas, estando hoy en paradero desconocido, lo que nos lleva a su análisis mediante la documentación fotográfica. Documentada la erección del templo a principios del siglo XVIII, se ha identificado como la pieza originaria con la que se consagró el recinto, siendo sufragada por los isleños quienes la trajeron de las Islas como así consta en una visita pastoral del obispo Martí;


              
                                          Iglesia de La Candelaria. Caracas, Venezuela.

«La fundación de esta Iglesia fue hecha el año de 1708 y costeada por varios sujetos, naturales de las Islas Canarias, que estaban avecinados en esta ciudad, los cuales con motivo de haber traído desde allá una imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, determinaron edificarle dicha Iglesia, para lo cual se les concedió por el Cabildo secular un pedazo de tierra y las correspondientes licencias por el Ilustrísimo señor Obispo de esta Diócesis y por el Señor Gobernador y Capitán General de esta Provincia, y desde luego que se concluyó una parte de la fábrica en que podía celebrase misa, se colocó la referida imagen, llevándose en solemne procesión el día 14 de diciembre del mismo año y se encargó el cuidado y asistencia en cuanto a lo espiritual a Don Pedro Vicuña, Clérigo Presbítero, con el título de Capellán, según consta del testimonio de una escritura otorgada por los referidos fundadores a 23 de julio de 1709, en que se obligaron a dar anualmente doscientos pesos al Capellán y veinticinco al sacristán. Hállase dicho testimonio en unos autos de cuentas, colocados en el legajo 3 del archivo del Notario público de esta Curia, Don Antonio Fernando de Cerezo. En el año de 1716 fue erigida dicha Iglesia en viceparroquia de la Catedral, por el Ilustrísimo señor Don Fray Francisco del Rincón, con el acuerdo del Señor Gobernador y Capitán General, Don Alberto Bertodano, por auto provehído a 3 de enero del mismo año, que original se halla en un legajo de papeles denominado de Erecciones de Iglesias, colocado también en aquél archivo; y en el año de 1750 fue erigida en parroquia distinta de la Catedral, con todas las prerrogativas correspondientes, por el Ilustrísimo Señor Don Manuel Machado y Luna, en virtud de Real Cédula de 25 de agosto del citado año de 50 y cuya erección se aprobó por otra Real Cédula de 8 de octubre de 1752, que se halla colocada al folio 234 del libro 4 de Reales Cédulas».


                                                          
Virgen de Candelaria. Museo Diocesano                          Virgen de Candelaria, antigua titular                             Lucas Guillermo Castillo. Coro, Venezuela                       de su iglesia en Caracas, Venezuela

De su análisis formal y en primer lugar, debe destacarse que es la única hasta ahora localizada en América, tanto imagen de talla como en lienzo, que representa de una forma más o menos fiel la escultura original —desprovista de sus sobrevestidos—, aunque la extensión de ambos brazos nos hacen suponer que su autor consideró la posibilidad de que también fuera revestida. Dicha dependencia formal y su distanciamiento en cuanto a los modelos vigentes coetáneos que se estaban dando en el país, sumados al reconocimiento de ciertos rasgos y las formas de trabajar, nos llevan a entender que en el afán de poseer una escultura lo más próxima al original, sus comitentes la encargaran a Tenerife, hecho que no es casual, ya que unas décadas más tarde encontraremos un caso similar con destino a la capilla de los canarios de la localidad de Coro, estado de Falcón, también en Venezuela. En este sentido cabe recordar el continuo trasiego tanto humano como comercial que ya se había establecido entre ambos puntos geográficos, y al igual que los comitentes insulares buscaban fuera los mejores obradores para sus encargos, esto mismo se repetiría en el caso venezolano, insistiendo que en el ejemplo que nos ocupa prevaleció el deseo de mímesis, por lo cual nada mejor que un escultor que acreditada fama y conocedor del modelo a imitar.

                                
          Crucificado y Virgen de Candelaria. Ermita de San Telmo, Las Palmas de Gran Canaria.



lunes, 27 de octubre de 2014

Wənna-əsmer 7º akano (Beñesmer 2007)



Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen

Como cada 15 Wanmendi (15 de agosto) los canarios celebramos la fiesta nacional del wənna-əsmer (Beñesmer) y nos congregamos en la playa de Achbinico en torno a Nuestra Diosa-Madre Chaxiraxi (sincretizada como Virgen de la Candelaria). Diosa Universal que en su aspecto como Chaxiraxi viene extendiendo su Manto Protector de Luz  sobre el pueblo canario desde hace más de tres mil ochocientos años.

Avatares históricos cuyos resultados han sido la imposición de una cultura foránea, la cual nos han inducido a cambiar la interpretación cosmológica que nuestros antepasados tenían de la Diosa-Madre Chaxiraxi, Divinidad Suprema del Panteón Guanche, así como  las formas externas de adoración que le profesamos y que continuamos practicando, quienes no estamos mentalmente alienados a pesar de los más de cinco siglos de continuos mensajes desenraizadores y castradores de la mente y los espíritus emitidos por todos los medios disponibles en cada momento, por una confesión cuyas prácticas han sido siempre contraria a sus predicados.

La imposición traumática al pueblo canario de una confesión religiosa extranjera, totalmente contrapuesta a nuestros ancestrales y elevados conceptos de la moral, la justicia,  la vida social y espiritual, ha conseguido ciertamente, que muchos de los canarios hayan ido asumiendo -en la forma que no en el fondo-, determinadas prácticas externas de veneración a Nuestra Señora Chaxiraxi y de los dioses paredros o mediadores de nuestro ancestral panteón según los cánones de la religión oficial.

La sincretización de nuestras divinidades por parte de esa confesión foránea es clara y patente, y aquellos aspectos que no pudieron o no quisieron asumir, simplemente los demonizaron con un descaro y contundencia dignos de mejor causa. Por ejemplo: nuestra Diosa Magek, ha sido asimilada a Jesús (sol invicto), nuestro Dios Luna Achuguayu, lo ha sido a determinadas vírgenes (luna creciente a los pies de la Candelaria, virgen de La Luz etc.) nuestra deidad protectora de los animales y la Naturaleza Chayuga, lo ha sido al santo católico san Antonio, y así una larga lista que lo reducido del espacio disponible nos impide enumerar y tratar en profundidad.

Nuestras Maguadas o sacerdotisas pasaron a ser consideradas y perseguidas por la secta invasora como brujas, nuestros  sacerdotes Kankus como brujos o hechiceros, nuestras Guacharas y Efekenes, lugares de culto al aire libre, como bailaderos de brujas. Esa confesión extranjera en su odio visceral hacia nuestras sagradas creencias, no se conformó con cortar en la playa de Achbinico los cuellos de las maguadas y kankus que cuidaban de la imagen de Nuestra Señora en Igueste, sino que además creó la infame y cruel patraña de que nuestras sacerdotisas secuestraban niños recién nacidos para extraerles la sangre, técnica difamatoria que ya habían empleado con cierto éxito contra el judaísmo, a pesar de ser esa confesión el tronco de sus nefastas prácticas religiosas.

Afortunadamente, nuestro pueblo ha venido mostrando una inteligente resistencia pasiva de supervivencia ante las forzadas imposiciones espirituales extranjeras, siguiendo en  los aspectos externos los ritos y algunos actos litúrgicos de la religión oficial, pero en el fondo, continuamos venerando a nuestras Deidades ancestrales, de hecho, la religiosidad popular gira en torno a la Diosa (vírgenes) y de los Dioses paredros (santos). Conceptos de la religión oficial tales como: Dios Padre, La Trinidad, etc., son prácticamente ignorados por la mayoría del pueblo canario y solamente son entendidos y seguidos por una minoría de empleados de la metrópoli y determinados criollos cuyos intereses especialmente los económicos y de poder giran precisamente en torno a los de esta religión foránea.

Para concluir, recordar que tanto los canarios ancestrales como los actuales, desde hace muchos siglos nos dirigimos a Nuestra Diosa-Madre Chaxiraxi con la siguiente plegaria:


       En Guanche                                                         En Castellano            *                                                                                                                                                                                                     

Ûh! Ma gənni, Ma stay                      ¡Oh! Madre del cielo, Madre del crecimiento 
                       
 aše-n tunwa, Ma ney                         de la hermandad, Madre de lo nuevo’.

Tanəmmirt uγan aγeq Maγeq                       Gracias, joya que eres fulgor, Sol del comienzo del alba, que
                                                           tiñe siempre 
 n eγenna benn iγimme h_arwa

 n wafa aša abezzan.                          de luz toda la obscuridad’.


Bencomo@terra.es

Chinet, 14 n Wanmeni n 7º akano n tallit taynay tagwancet

*Traducción del Dr. Ignacio Reyes.

Imagen tomada de: www,mundoguanche.





sábado, 25 de octubre de 2014

Querido Nieto Karim Amaioua García:







En mis frecuentes consultas bibliográficas me he encontrado como puesto a mi alcance por mano invisible este texto conteniendo sabias reflexiones, las cuales aunque ahora te parezcan pueriles o fuera de tus inquietudes actuales, en el futuro podrán serte de gran ayuda. Es un texto muy interesante el cual asumo en su totalidad y te lo remito en la esperanza de que lo estudies con atención, tal como si yo te lo estuviera dictando personalmente. Mucho me agradaría que lo imprimieras y conservaras para su posterior lectura en años venideros.

Lentamente se aproxima el tiempo en que debo emprender el viaje hacia el Seno de Magek. No puedo llevarte conmigo, y te dejo en un mundo en el que los buenos consejos no salen sobrando.

Nadie es sabio de nacimiento, aquí el tiempo y la experiencia enseñan, y limpian la conciencia. Yo he observado el mundo más tiempo que tú.

Querido nieto, no todo lo que brilla es oro. He visto caer algunas estrellas del cielo, y quebrarse muchos bastones en los cuales uno confiaba, para poderse sostener.

Por eso quiero darte algunos consejos, y decirte lo que yo encontré, y lo que el tiempo me ha enseñado.

* Nada es grande si no es bueno, y nada es verídico, si no perdura. No te dejes engañar por la idea de que puedes aconsejarte solo, y que conoces el camino por ti mismo. Este mundo material es para el hombre demasiado poco y el mundo invisible no lo percibe, no lo conoce.

* Ahórrate pues esfuerzos vanos, no te aflijas, y ten conciencia de ti mismo.

* Considérate demasiado bueno para obrar mal, no entregues tu corazón a cosas perecederas.

* Ve lo que puedas ver, y para ello usa tus propios ojos, y con respecto a lo invisible y eterno, atente a la palabra de la Diosa-Madre Chaxiraxi.

* No desconfíes de nadie tanto como de ti mismo, dentro de nosotros vive el juez que no engaña, y cuya voz es más importante para nosotros que el aplauso de todo el mundo.

* Hazte el propósito hijo, de no actuar contra su voz, y si algo piensas ó intentas hacer, póntelo primero en la mente, y pídele consejo a tu juez interno. Al principio, él hablará únicamente en forma muy suave, balbuceando como una criatura inocente, sin embargo si honras su inocencia, soltará su lengua, y te hablará en forma más perceptible.

* Aprende con gusto de los demás, y escucha con atención donde se hable de sabiduría, dicha humana, luz, libertad, virtud, pero no confíes inmediatamente en todo, porque no todas las nubes llevan agua, y existen diversos caminos para seguir. Hay quienes creen que dominan una materia, porque hablan de ella, pero no es así hijo mío, no se tienen las cosas por poder hablar de ellas, las palabras sólo son palabras, así que ten cuidado cuando fluyan en forma demasiado hábil y ligera, pues los caballos cuyos carros están cargados de mercadería, avanzan con pasos más lentos.

* Nada esperes del trajín y de los trajinastes, y pásate de largo donde haya escándalo callejero. Si alguien quiere enseñarte sabiduría mírale a la cara, si lo ves enorgullecido déjalo, no hagas caso de sus enseñanzas, por más famoso que sea. Lo que uno no tiene no lo puede dar. No es libre aquel que puede hacer lo que quiere, sino que es libre aquel que puede hacer lo que debe hacer. Y no es sabio el que cree que sabe, sino aquel que se percató de su ignorancia, y logró sobreponerse a la vanidad.

* Piensa con frecuencia en cosas sagradas, y ten la seguridad de que ello te traerá ventajas, y así serás como la levadura que fermenta la masa del pan.

* No desprecies religión alguna, puesto que están consagradas al espíritu, y tú no sabes lo que pudiera estar oculto bajo apariencias insignificantes.

* Desdeñar algo es fácil hijo, pero es mucho mejor comprenderlo. No instruyas a otros, hasta que tú seas instruido. Acógete a la verdad, si puedes, y gustosamente permite que te odien a causa de ella.

* Si tus cosas no son cosas de verdad, cuida de no confundirlas, puesto que de ser así, vendrán sobre ti las consecuencias. Simplemente haz el bien, y no te preguntes por lo que de ello resulte, quiere sólo una cosa, y esa quiérela de corazón.

* Cuida de tu cuerpo pero no de tal manera como si fuera tus Espíritus. Sé recto con todo el mundo, pero no te confíes fácilmente.

* Sé correcto con cualquier persona, pero confíate difícilmente. No te mezcles en asuntos ajenos, y los tuyos arréglalos con diligencia.

* No adules a persona alguna, y no te dejes adular. Honra a cada quien según su rango, y deja que se avergüence si no lo merece. No quedes debiéndole a persona alguna, pero sé afable, como si todos fueran tus acreedores. No quieras siempre ser generoso, pero procura ser siempre justo. A nadie debes sacar canas, sin embargo cuando obres con justicia, no te preocupes por ellas.

* Desconfía de la gesticulación y procura que tus modales sean sencillos y correctos.

* Si tienes algo, ayuda, y da con gusto, y no por ello te creas superior, y si nada tienes, ten a mano un trago de agua fresca, y no por ello te creas menos.

* No lastimes a mujer alguna, piensa que tu madre también lo es. No digas todo lo que sabes, pero siempre debes saber lo que dices.

No te apoyes en algún grande, no te sientes donde se sientan los burlones, porque ellos son los más miserables de todas las criaturas.

* Respeta y sigue a las personas piadosas, mas no a las santurronas.

El hombre que tiene en su corazón verdadero amor a la Diosa-Madre, es como la Sol que brilla y calienta, aunque no hable.

* Haz lo que merezca recompensa, pero no pretendas obtenerla. Si tienes necesidades, quéjate ante ti mismo, y ante nadie más. Ten siempre algo bueno en tu mente, y cuando yo inicie el viaje, ciérrame los ojos, y no me llores.

* Ayuda y honra a tu abuela mientras viva, y entiérrala junto a mí.

Querido nieto Karim, hasta que converjamos en la esencia universal de Nuestra Magné Chaxiraxi.


Guayre Adarguma Anez Ram n Yghasen

sábado, 4 de octubre de 2014

CRÓNICAS DE FE

Entre las prácticas culturales desplegadas por los antiguos isleños, tal vez la religión es la que exige un tratamiento más prudente. No sólo porque disponemos de una información muy parcial, suministrada por los colonizadores europeos (sacerdotes, viajeros, soldados, etc.). También hay que considerar la influencia de la actividad evangelizadora, que antecedió incluso a las operaciones militares. Por tanto, el volumen de adherencias extrañas que pueden presentar los datos imprime una seria amenaza de distorsión.
     Como otras manifestaciones sociales (la moral o el arte, por ejemplo), el hecho religioso refleja determinadas circunstancias vitales de la comunidad. Simboliza necesidades, valores y relaciones, pero también contribuye a pautar una concreta organización de la sociedad. Podríamos decir que cristaliza y proyecta, en términos ideológicos, las condiciones de existencia natural y social del grupo. En consecuencia, cualquier actuación en ese ámbito adquiría una dimensión estratégica.
     Los silencios, las contradicciones e, inclusive, las interpretaciones torcidas que, por momentos, ocupan el relato europeo también informan acerca de aquella identidad. Pocas veces la investigación histórica dispone de testimonios enteramente fidedignos, por lo que debe mensurar la entidad de las pruebas. Esto no sólo afecta a la autenticidad de la fuente, sino a la capacidad de sus contenidos para dialogar con la realidad que se explora. En ese trayecto, entre el objeto real y el objeto de estudio, opera el método científico.
     Como ya señaló el Dr. Antonio Tejera Gaspar (1988), para la definición de aquel imaginario mágico-religioso es preciso escrutar tres planos estrechamente unidos. De una parte, el mundo cognitivo, armado sobre la experiencia y el lenguaje. De otro lado, la configuración insular de la sociedad y su cultura. Pero, además, sin olvidar el substrato paleoamazighe que conecta las formaciones isleñas con los pueblos prerromanos del África septentrional.
     En esa tarea y con estas premisas, los estudios etnolingüísticos aportan algo más que un límite contextual al discurso elaborado por los cronistas. Las palabras nutren la consciencia, denotan y, a su vez, socializan una determinada relación de los seres humanos con su entorno. A través de ellas tejemos nuestro conocimiento, social e históricamente concreto, del mundo real y del que crea la cultura.
     Los antiguos isleños, como otros pueblos amazighes y camitas, concebían una divinidad creadora difundida en la naturaleza. Tanto la sacralización del 'firmamento' (Aqqoran), la 'lluvia' (Ashuhukanak) o los 'relámpagos' (Ashshaman) como la de algunos animales (Hukhanshash) o roques (Idaf), muestran sólo manifestaciones y atributos de una causa o ser supremo (Wayyagheragh, Ashuwayyu, etc.) que integra y sostiene esa realidad. O tal es, cuanto menos, la versión que postulan las clases dominantes. Al decir del historiador portugués Gomes Eanes da Zurara (1451), «estos nobles saben su creencia, de lo cual los otros no saben nada, sino dicen que creen en aquello que creen sus nobles».
[Publicado en el periódico La Gaceta de Canarias, 28 de octubre de 2001].

     Un recurso frecuente en la implantación de las ideologías religiosas ha sido la absorción de cultos nativos. Los griegos, por ejemplo, dedicaron al dios Pan, protector de los rebaños y pastores, la antigua celebración del solsticio de invierno. Posteriormente, el cristianismo instaló la Navidad de su dios en el natalicio de esa divinidad helena. Como también domicilió la tumba del apóstol Santiago sobre el finis terrae clásico, impregnando de intereses evangélicos, mercantiles y políticos la inmemorial peregrinación hacia el límite occidental del mundo conocido, la última frontera que guardaba los arcanos del misterioso declive solar.
     Las misiones cristianas en Canarias, cuya actividad allanó considerablemente el proceso de conquista y colonización de las Islas, aplicaron un procedimiento similar.
Las creencias isleñas no oponían conceptos o devociones indigeribles. El fundamento astral y naturalista de su religión, que aparecía gobernada por una potencia creadora, ofrecía incluso elementos suficientes para inducir un sincretismo nada traumático.
     La estrategia desplegada por los frailes minoritas en el Archipiélago tomó esa dirección. La institución de cultos marianos asociados al pino, en Teror (Terûghe, 'La Dorada o Rojiza'), o a la estrella Canopo, en Candelaria, tal y como revelan los estudios del Dr. José Barrios García (1997), proporcionan ejemplos muy concretos. De esta manera, a través de la apropiación de las principales referencias que componían la cosmogonía isleña, preparan la asimilación del modelo social y cultural vinculado a la colonización.
     Pero la parcialidad de las fuentes etnohistóricas condiciona cualquier análisis de la religión insular, distorsionada además por el largo período de convivencia con las costumbres y el ideario europeo. Un problema que la comparación con las sociedades amazighes continentales tampoco termina de salvar, debido a la escasa información disponible en torno a los cultos preislámicos practicados por estas comunidades. En consecuencia, no resulta fácil discriminar con exactitud los ingredientes que identificaron el acervo isleño.
     En Tenerife, esa dilución religiosa tuvo en la adoración a la Virgen de Candelaria su factor más dinámico. Aparte del esmerado simbolismo que se imprime a la imagen, los escenarios y las circunstancias que rodean su introducción también fueron elegidos con cuidado.
     El hallazgo se produce en la comarca de Güímar (Wemmar, 'El Paso'), una de las nueve demarcaciones que conformaban el mapa político de la isla. Aunque, en realidad, esa fragmentación se vertebra en torno a dos grandes coaliciones, que parecen definidas por su ascendencia tribal o dialectal. Frente a la hegemonía de la potente liga del Norte, que dirige el bando de Taoro (Ddaw-aru, 'Vega'), Güímar reúne a las entidades del Sur (con la tardía inclusión de Anaga). Estos bandos sureños, donde habían centrado su actividad las misiones franciscanas, terminarán por establecer tratados de paz con los conquistadores.
     Según el informe que recoge el dominico alcalaíno Alonso de Espinosa (1594), unos pastores encuentran la figura, «en pie sobre una peña», cuando conducían su ganado por cierta playa. Más tarde, el poeta Antonio de Viana (1604) se refiere a ese lugar como Chimisay (Tymsay, 'súplicas'), pronunciado con la típica realización paladial que adopta a menudo la consonante dental (t = ch) en Tenerife. Un topónimo cuyo análisis lingüístico indica que pudo tratarse de un 'rogatorio', aunque es posible que recibiera el nombre tras estos acontecimientos.
     Tenida por «alguna cosa sobrenatural», los isleños trasladaron la figura a la cueva de Chinguaro (Ti-n-gwar, '(lugar) de residencia o reunión'), en «las moradas» del mencey (menzy, 'principal'). Inmediatamente, éste cursó aviso al resto de los jefes insulares y, en particular, al poderoso señor de Taoro, al que propone compartir por semestres la posesión de la imagen.
     La vela que porta la efigie y su descripción como una «estrella celestial» hacían de Candelaria el nombre más adecuado, especialmente para representar a la «Madre del Sol» o la «madre del sustentador del mundo». En concreto, las expresiones insulares utilizadas fueron: «Chaxiraxi» (Taghiragh, 'la que carga el firmamento') y «achmayex, guayaxerax, achoron, achaman» (at may-s wayya-aghir-agh, Aqqoran, Ashshaman, 'he aquí la madre del espíritu que sostiene el mundo, el Celestial, el Rayo').
     Esa fórmula nominal, «Chaxiraxi», no apunta una mera traducción de la idea cristiana. 'La que carga el firmamento' describe exactamente el valor que la tradición norteafricana, no sólo amazighe sino también camita, asigna a «la estrella del Sur», Canopo. Según la cosmogonía de estos pueblos, el universo habría nacido de la explosión de ese astro, adoptado como una de las principales referencias de su organización calendárica.
     Atestigua esta relación la coincidencia de la festividad mariana con el orto helíaco de Canopo, asociado en la isla a las celebraciones por la luna de agosto o «beñesmer» (wennasmer, 'el (tiempo) que termina, consume o evapora'). Una identificación que, como sugiere el Dr. Barrios, se refuerza ante el vínculo de las fiestas de febrero con el orto acrónico de la estrella. Dos fechas que permitían establecer una perfecta división semestral del calendario, aquella que el mencey de Güímar había ofrecido al de Taoro para disponer de aquel símbolo celeste.
[Publicado en el periódico La Gaceta de Canarias, 3 de junio de 2001].

     Gran parte del conocimiento disponible acerca de la cultura amazighe del Archipiélago depende de la antigua documentación europea. Su testimonio ilumina espacios desconocidos o complementa las propiedades y el valor de otros vestigios, tanto materiales como lingüísticos o sociales en general.
     El sesgo ideológico que impregna esas fuentes etnohistóricas se acentúa cuando siquiera rozan aspectos religiosos. No se trata solamente de contaminaciones descriptivas. Las crónicas coloniales intentan comprender una realidad distinta y compleja, para lo que buscan acomodo a las manifestaciones nativas en la cosmovisión cristiana. Pero, además, sus categorías de análisis tienden a probar la conveniencia de la evangelización y a justificar la esclavitud de las poblaciones paganas. Un vínculo muy sólido amalgama las ideas y el negocio, debidamente custodiado por la razón política.
     El análisis del léxico insular que vierten las fuentes europeas penetra en esa composición, ayudando a fijar tanto las referencias físicas o materiales como las representaciones abstractas. Veamos algunos ejemplos concretos, ligados a la caracterización de las fuerzas del mal o espíritus malignos.
     El caso más conocido tiene que ver con el volcán Teide, alguna vez designado también Taraire. Según los informes, los isleños ubicaban allí el 'infierno', denominado Echeide, residencia del 'demonio' Guayota. La evidente asimilación cristiana de los conceptos, ventilada además con algún defecto de pronunciación, no facilita una compresión cabal de las ideas originales. Pero la etimología de las voces proporciona ciertos antecedentes de interés.
     En primer lugar, conviene aclarar que Teide y Echeide, pese a su parecido fonético, dibujan nociones diferentes. Tal y como observó el Sr. Antonio Cubillo Ferreira (1983), la voz Echeide deriva del verbo eshshed, 'ser maligno', con realización enfática de la consonante dental en el dialecto tahaggart del Sahara argelino. En cambio, Teide procede de te-ydi-t, 'perra', un simple substantivo femenino que con frecuencia toma, como aquí, valor peyorativo. En esta idea insiste el otro nombre del volcán, Taraire (< tarayr), de nuevo un substantivo femenino referido esta vez a la 'ogresa', monstruo imaginario que menudea en los cuentos amazighes.
     A partir de estos datos, sólo se puede coincidir con la opinión manifestada por el Dr. Juan Bethencourt Alfonso (1880), en el sentido de considerar el Teide como una puerta o acceso, tal vez el principal pero no el único, que conectaba con el mundo subterráneo donde habitaban las fuerzas maléficas. Unas entidades perversas que aprovechaban las oquedades del terreno (grietas, grutas, etc.), tenidas por enlaces naturales entre ambos niveles, para llegar hasta la superficie y perjudicar a los seres humanos. Es el caso de Guayota (< wa-yewta, 'el destructor'), en clara alusión a la actividad volcánica del lugar.
    
Ogros y visiones malignas, por lo común asociadas a perros u otros animales asilvestrados, alentaron también en el resto de las islas. En La Gomera o en La Palma, por ejemplo, se creía en los yrguanes o yruene, los populares iregwan o 'espíritus maléficos' que todavía recuerdan los cuentos amazighes. En Gran Canaria, por el contrario, se concibió una creación insular. Sus 'apariciones malignas' recibieron el título de tibicenas (< te-bishshen-ah, 'malvadas, peligrosas'), un adjetivo femenino cuya etimología remite al color 'negro'. La relación no es insólita, pues abundan en las hablas continentales los nombres de objetos y situaciones nocivas derivados de este color, aunque el temor a su influjo deforme a veces la dicción.
Dr. Ignacio Reyes Garía
[Publicado en el periódico El Día, 27 de junio de 2001].