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jueves, 1 de mayo de 2014

LA DIOSA CHAXIRAXI SINCRETIZADA COMO VIRGEN DE CANDELARIA








HISTORIA DE UNA USURPACIÓN


CAPITULO VII

Eduardo Pedro García Rodríguez


LA ADORACION A LA DIVINIDAD EN EL PUEBLO GUANCHE
   Desde que el género humano adquirió conciencia de su diferencia con otros animales no dotados de intelecto, el ser humano mortal ha venerado todas las manifestaciones de poder; veneraba todo fenómeno natural que no podía comprender. La observación de las poderosas fuerzas de la naturaleza, tales como tormentas, inundaciones, terremotos, avalanchas, volcanes, fuego, calor y frío, impresionaban grandemente la mente humana en expansión.
   Las nubes, la lluvia y el granizo han sido temidos y venerados por numerosas culturas antiguas y por muchos cultos primitivos de la naturaleza. Las tormentas de viento con truenos y relámpagos asustaban al hombre primitivo. La adoración del fuego y el temor al relámpago estaban correlacionados y muy difundidos entre muchos grupos humanos en la antigüedad.
   En el pueblo guanche estas acciones de la naturaleza eran tenidas por manifestaciones de la Divinidad y su cohorte de dioses paredros.
    La verdadera adoración religiosa no es un fútil monólogo de autodecepción. La adoración es comunión personal con la Diosa Madre Chaxiraxi –uno de sus mil nombres-que es  divinamente real, con lo que es la fuente misma de la realidad, que se manifiesta en la naturaleza, así son objeto de veneración los árboles, determinados lugares en las montañas, los montes, barrancos, fuentes y nacientes de agua, eres, etc. 
   Anhelamos el concepto del Infinito, pero adoramos la experiencia-idea de La Diosa Madre Chaxiraxi, nuestra capacidad de percibir en cualquier momento y lugar los factores de personalidad y divinidad de nuestro concepto más elevado de la Deidad.
   De una expedición al archipiélago en el año 1341 nos han llegado algunos detalles algo más precisos: dos naves, fletadas por el rey de Portugal y con tripulación florentina, genovesa y española, alcanzaron las islas en el mes de julio del citado año bajo el mando del genovés Niccoloso da Recco y del florentino Angiolino del Teggihia de Corbizzi; Permanecieron en las islas durante cinco meses y, a su regreso a Lisboa, contaron tantas cosas interesantes que nada menos que el propio Boccaccio tomó la pluma para escribir un retrato de los guanches, basándose en los datos que, por carta, le había proporcionado da Recco.
   Según nos dice Boccaccio, en Gran Canaria tenían reyes y sacerdotes y adoraban a una Diosa.
   Angiolino, en su célebre viaje, nos refiere que había encontrado sobre la costa norte de Gran Canaria una capilla o templo, en el cual no había pintura alguna ni ningún otro ornamento, sino una estatua esculpida en piedra representando un hombre con una bola en la mano. Este “ídolo” se hallaba desnudo, excepto un delantal de hojas de palma que le cubría por delante. Estatua que robaron y llevaron a Lisboa. Después de reventar la puerta del templo con una piedra se apoderaron de la estatua y se la llevaron a Lisboa, siendo este execrable acto la primera profanación documentada de un templo de la religión guanche por unos católicos.
   También el cronista español Andrés Bernáldes, el “Cura de los Palacios” uno de los historiadores mejor documentado de su época, en su Crónica de los Reyes Católicos nos dice que en Gran Canaria había una casa de oración llamada Toriña,[1][1] y que allí “tenían una imagen de palo tan luenga como media lanza, entallada, con todos sus nervios de mujer desnuda, con sus miembros fuera, y delante de ella una cabra de un madero entallada, con sus figuras de hembra, que quería concebir, y tras ella un cabrón entallado de otro madero, puesto como que quería subir a engendrar sobre la cabra.”
   Por ello, entre nuestros ancestros la adoración a la Divinidad era netamente intelectual y espiritual,  se la representaba mediante símbolos y no con formas humanizadas como veremos mas adelante, este aspecto idolátrico en la adoración fue inducido por los primeros frailes predicadores que contactaron con nuestros ancestros, dichos frailes se esforzaron por asimilar el panteón guanche adaptándolo al catecismo judeo-cristiano.
   El primer establecimiento de estos frailes en la isla Chinech (Tenerife), tal como rcoge el historiador Antonio Rumeu de Armas: “En cuanto al núcleo misional de Tenerife, radicado asimismo en el sur de la isla, y más concretamente en Candelaria (menceyato de Güímar), con­tó desde un principio con poderosos valedores que contribuyeron a dar al mismo inusitado auge.
   El ministro general de la Orden franciscana fray Jaime de Zarzuela (ele­gido el 20 de mayo de 1458) acogió bajo su tutela el eremitorio de Tenerife, sometiéndolo a directa jurisdicción. El principal apóstol de esta misión fue fray Alfonso de Bolaños, quien había conseguido catequizar buen número de infieles. Sabemos por expresa declaración pontificia que el núcleo tiner-feño lo componían tres misioneros, y hasta es dable identificar a otro de ellos, fray Masedo. Acaso fuese el tercero fray Diego de Belmariua. De los tres hay constancia de que vivieron entre los guanches y que predicaban en la lengua de éstos.”  (A. Rumeu de Armas: 1975).
   Así pues es lógico suponer que las primeras pretensiones de los frailes fuese el asimilar de manera no traumática las deidades del panteón guanche dotándolas de atributos cristianos y aplicándoles nombres que no interrumpiendo la tradición guanche, significara los conceptos ideológicos del cristianismo o mejor dicho, del catolicismo.
   Así, La Diosa Madre posiblemente adorada como Tanit, Abora, Moneiba, Tara, Diosa de La Luz, etc., pasó a denominarse Chaxiraxi, por obra y gracia del celo evangelizador de la secta de los franciscanos que como apunta Rumeu de Armas: “vivieron entre los guanches y que predicaban en la lengua de éstos.”
   La historia de esta advocación está unida íntimamente a la historia de las Islas Canarias, especialmente de la isla de su “aparición”, Chinech (Tenerife. No hay acuerdo sobre el año de la supuesta aparición, pero la opinión mayoritaria es que apareció en la desembocadura del barranco de Chimisay, en el municipio Menceyato de Güímar,  años antes de la invasión y ocupación militar de la isla, es decir “aparecería” del 1392 al 1401. Es por tanto la primera “aparición” mariana de Canarias.
    Nuestro ancestros fueron inducidos por los frayles predicadores a asumirla como La Chaxiraxi, que en  lengua, Insuloamaziq, quiere decir La Madre de la Sol o Axmayex Guayaxerach Achoron Achaman o Madre del que Carga o Sustenta el Mundo, y así la llamamos, pues recoge los fundamentos del panteón guanche aunque ya con profundos conceptos cristianos en su enunciado introduciendo además el concepto de un dios masculino en sustitución de la Diosa Magek otro aspecto de Chaxiraxi, con el objeto de ir cristianizando los cultos guanches  mazigios relacionados con la estrella Canopo, una estrella de primera magnitud, la segunda más brillante en el cielo, la cual es de especial adoración para nosotros, pues es la estrella principal, la más antigua, la madre de todas las demás estrellas y la teníamos como referente para la organización del  calendario estelar, por lo que la Estrella del Sur era el eje cosmológico de la cultura ancestral guanche, a la que sutilmente los católicos convierten en la “madre del sustentador”.
   Esta concepción de la Diosa Madre Creadora Universal por parte de nuestros antepasados viene a ser corroborada por modernos estudios lingüísticos, entre ellos, los del científico canario, Doctor en Filología y Licenciado en Historia  don Ignacio Reyes García, quien en un estudio en torno a la denominación Chaxiraxi no dice lo siguiente:
   “Chaxiraxi. f. Tf. ant. desús. Rel. Divinidad femenina, cuyo nombre parece haber sido aplicado también a la Virgen de Candelaria. Err.: Chaciraxi, Chijoragi, Chijoraji, Chirijoraji.
§ «[...] y adoraban á Dios, á q//en llamaban Guaraxíraxí. y á Sata Maria después que les apareció la llamaban Chaxiraxi. Y es de notar, que Guayaxíraxí, quiere decir, el que tiene al mundo. Y Chaxiraxi, quiere decir, la que carga al que tiene al mundo. Y pcf otro nombr* llamaron a Santa Mar/a
Atmayceguayaxíraxí, que quiere decir, La madre del que carga al mu/do Abreu (ca. 1590, III, 13) d. 1676:90r].
§ «[...] il nomauano Achuhuran Achahucanac, cioé il grande, il sublime; et alia Nra. // Donna Chaxiraxi, et anco la chiamauano Armaxes guaiaxiraxi, che uuol diré la madre di colui che sostenía il mondo» [Torriani (1590, Ll: 70v-71r) 1940: 166].
§ «[...] adoraban por cosa Celestial, y suprema Deidad ala Virgen de Candelaria, y a el Niño en su mano derecha llamaban Chijoragi hasta el t/émpo déla Conquista contaban haver cien años solares q¿/e tenían á esta Señora en su tierra, mui pocos mas ó menos y hacia en ellos admirables prodigios en medio de ser paganos, y ydolatras» [Marín 1694, II, 20: 82r].
§ Cf. «[...] Sabido esto por los moradores de las dichas islas, la comenzaron a tener en muy grandísima veneración, llamándola Madre del Sol, la cual devoción ha quedado y está viva el día de hoy entre todos los naturales [...]» [González de Mendoza (ca. 1585) 1944: 301].
§ Cf. «[...] y es tanta, la que los naturales con esta santa reliquia tienen; que si la Fe no les enseñara la Candelaria ser madre de Dios, y no Dios: la confessaran a ella y tuuieran por tal, según la Fe que con ella tienen» [Espinosa 1594, II, 1: 31 v].
§ Cf. «Otros demás deuotos coragones, / Dezian que las bozes y armonía / Mulicas, cantos, lumbres procelsiones, / Con aplaufo y acorde melodía, / Eran a caufa fuya, y los varones / En quien mas parte de prudencia auia, / Dixeron fer del cielo alguna eftrella / En traxe de muger hermofa y bella» [Viana 1604, VI: 124v].
[T4 + H-f-R + l2] 'ta-ahYdr-ahdY(i) > cayirayi, f. 'la que carga o sostiene el firmamento'. Fonética. *t- /t/ > c- /ts, por palatalización.
N. B. La ausencia de una preceptiva marca personal en el lexema [I], único que podía asumir una función verbal, mueve a considerar la expresión ayicomo una forma deverbativa. Esto nos deja con una versión literal del sintagma semejante a: 'ésta es el soporte (o sostén) del universo', la madre cósmica de ese Guayaxerax o Wayya-ayir-ayi, 'el espíritu que es sustento del universo', conocido más allá de eventuales influencias cristianas, tanto en Tenerife como en Gran Canaria, por el adjetivo Acoran o Aqqoran, 'el Celestial'.
    Esta “sustentadora del firmamento” revela la mejor descripción para una estrella de primera magnitud, Canopo (Alfa Carinae -0.8), la más importante del hemisferio austral y una de las mayores del cielo, base de la organización calendárica de las comunidades afrosiáticas. Según la antigua cosmogonía norteafricana, el universo habría nacido de la explosión de esa estrella (Barrios 1997, Reyes García 2007). [T]4 cha; [HT-R] axir; [T] ax.” (Ignacio Reyes García, 2011:157-158).
   En otra interpretación del sincretismos cristiano conducente a la transformación de la Deidad guanche en el dios masculino católico, el citado autor recoge e interpreta;
   Achmayex guayaxerax.   Tf.  ant.  desús.   Reí.   Diosa  madre   ínsuloamaziq  (Chaxiraxi) identificada con la Virgen María del cristianismo.
§ «[...] il nomauano Achuhuran Achahucanac, cioé il grande, il sublime; et alia Nra. // Donna Chaxiraxi, et anco la chiamauano Armaxes guaiaxiraxi, che uuol diré la madre di colui che sostenta il mondo» [Torriani (1590, Ll: 70v-71r) 1940: 166].
§ «[...] y adoraban á Dios, á quien llamaban Guaraxíraxí. y á Santa María después que les apareció la llamaban Chaxiraxi. Y es de notar, que Guayaxíraxí, quiere decir, el que tiene al mundo. Y Chaxiraxi, quiere decir, la que carga al que tiene al mundo. Y po' otro nombr* llamaron a Sa/ta Mar/ia Atmayceguayaxíraxí, que quiere decir, La madre del que carga al mí;/do» [Abreu (ca. 1590, III, 13) d. 1676: 90r].
§ «[...] porque elta es (diziendolo en fu propio lenguaje) Achmayex, guayaxerax, achoron, achaman. La madre del fuftentador del cielo y tierra y por tanto es Reyna de uno y otro» [Espinosa (1594, II, 7: 42v]. § Cf. «Pero éste [la personificación deísta en ídolos o estatuas] no fue obstáculo para que el espíritu piadoso de los conquistadores, viera en el fervoroso culto que rendían con todas las apariencias del paganismo clásico a algunas de sus estatuas, singularmente la diosa Chaxiraxi, no a la divinidad gentílica sino a la imagen de María Santísima transportada por los ángeles entre infieles por inescrutables designios de la Providencia; máxime sosteniendo un niño en los brazos por lo que también era llamada, según fray Alonso de Espinosa y fray Abreu Galindo, la Achmayex guayaxerac achoron o Atmayceguayaxiraxi. «la madre del sustentador de cielo y tierra».
   Tal creencia dio ocasión al extraordinario y feliz acontecimiento de que los españoles en medio del delirante entusiasmo de los guanches, condujeran la efigie con la mayor veneración a los altares católicos, fundiéndose en dicho símbolo no ya el alma de los dos pueblos sino los ritos de ambas religiones, como aún perduran» [Bethencourt Alfonso (1911) 1994b: 260-261].          At may-as Wayya-ahyar-aY(i) > ac mayes wayyaYiray(i), prop.
= lit. He aquí su madre (de él), el espíritu que (es) sustento del universo
Fonética. *t /t/ > c /tf/, por palatalización.
N. B. El sentido de la frase permite salvar las dudas que inspira la confusa representación gráfica del sufijo pronominal: may-es se refiere a la 'madre de él', es decir, de esa divinidad masculina que se prefigura como el 'espíritu sustentador del mundo', connotada por Alonso de Espinosa con otros dos de sus títulos principales, Achoron (Aqqoran, 'el Celestial') y Achaman (Assaman, 'Relampagueante' o 'Centelleante').
[T]7 at; [M]8 ma; [S]2 es; [Y]2 guaya; [HT-RJ axir; [X]2 ax. fúñenla, no tenían ritos algunos, ni ceremonias, ni palabras con que lo veneraíTen» [Espinosa (1594, I,4:17r].
§ «En vna caufa todos concurrían / Creyendo y adorando en vn Dios folo, / Suyo fer infinito Omnipotente // lufto, clemente, y pió confelTanan [sic], / Llamadole eu [sic] fu lengua Hucanech./Guayaxerax Acucanac Menceyto / Acoran, Acaman, Acuhurajan / Que fon fublimes y altos epítetos / Que fignifican todo poderofo/ Suftentador y autor de lo criado, / Sin principio, y fin fin, caufa de caufas» [Viana 1604,1: 9r-9v].
§ «Los de la Isla de Thenerife, llamauan á Dios con diferentes nombres, Achuhurahan, Achahucanac, Achguayaxerax, Hucanech, menceito, Acoran, Acaman [...]» [Núñez de la Peña (1676) 1994: 26].
§ «Aahuhucana» [Glas 1764:148].
§ «[Algunas Dicciones de la Lengua Guanchinesa] Ahicanac. Dios excelso» [Viera 1772, I: 131].
§ «Achaxucanac(Sublime)» [Viera 1772,1: 165].
§ «fjénériffe.] Achicanac, Dieu trés-grand» [Bory 1803: 50].
§ «Achicanac [Berthelot 1842,1: 183].
§ «Achucana» [Berthelot 1842,1: 183].
§ «Hucanec» [Berthelot 1842,1: 183]. (Ignacio Reyes Garcia, 2011).
  Por su parte el Catedratico José Barrios nos dice: “La tradición de La Diosa Chaxiraxi (Virgen de Candelaria) en Tenerife se basa en el culto guanche a la estrella Canopo, la segunda más brillante del cielo, según el profesor de Análisis Matemático de la Universidad de La Laguna José Barrios.
   Cuando el profesor José Barrios comenzó a investigar la astronomía guanche a través de las fuentes escritas se vio rápidamente en la necesidad de estudiar los orígenes del culto católico a La Candelaria.
   El culto a Canopo está bien documentado en la etnografía norteafricana del siglo pasado y su presencia en Canarias prueba la considerable antigüedad de este sistema religioso norteafricano, además de proporcionar una importante información sobre los primeros habitantes de las islas.
   Explica José Barrios que “el orto helíaco de Canopo, es decir, la primera aparición por el horizonte de la estrella tras su período de invisibilidad, se produce a mediados de agosto y habría servido a los guanches para marcar la primera luna del calendario y sincronizar el calendario lunar con el ciclo de las estaciones.”
   Las fiestas guanches de comienzos del año canopial perviven en las actuales fiestas de agosto en honor de la Virgen de Candelaria, 
   La festividad de San Blas se celebra el 3 de febrero, al día siguiente del culto católico a Candelaria, y también estaría relacionada con la aparición de Canopo tras la puesta del Sol, lo que sucede a finales de enero y principios de febrero.
   Hay pruebas de que en Tenerife los guanches hacían celebraciones en febrero en el actual municipio de Candelaria, según recoge la historia del padre Espinosa al relatar que en 1497 los conquistadores asentados en La Laguna tuvieron que dirigirse a la citada localidad sureña para buscar los esclavos guanches que se habían ausentado de la ciudad. (José Barrios, 2013)
   La cuestión  es que como queda demostrado fueron los mercenarios invasores católicos quienes, al sincretizar los conceptos cosmológicos del panteón guanche, personalizaron a la Divinidad creando la imagen de Nuestra Diosa Chaxiraxi, a la que después le cambiaron el nombre original por el de nuestra Señora de Candelaria, Santa María de Candelaria y posteriormente acabaron imponiendo el de Virgen de Candelaria.
   Posteriormente el dominico Fray Aloso de Espinosa, crea una “piadosa” leyenda e torno a una supuesta “aparición”  de la Diosa Chaxiraxi en las playas de Chimisay, pero ya convertida en “Nuestra Señora de Candelaria”, leyenda que los historiadores posteriores asumieron al pie de la letra sin cuestionarse en absoluto como buenos fanáticos católicos la veracidad las infantiles e  ingenuas afirmaciones del fraile dominico, ingenuidad-por no emplear otro termino-que queda de manifiesto no solo en la extensa lista de los supuestos “milagros” de la virgen de Candelaria.
Según la leyenda relatada por Fray Alonso de Espinosa: “iban dos pastores guanches a encerrar su ganado a las cuevas cuando notaron que el ganado se remolinaba y no quería entrar. Buscando la causa miraron hacia la desembocadura del Barranco de Chimisay y vieron sobre una peña, casi a la orilla del mar, la figura de una mujer que creyeron animada. Como estaba prohibido a los hombres hablar o acercarse a las mujeres en despoblado, le hicieron señas para que se retirase a fin de que pasase el ganado. Pero al querer ejecutar la acción, el brazo se le quedó yerto y sin movimiento. El otro pastor quiso herirla con su cuchillo…” (Alonso de Espinosa 1980).
   Mas inverosímil resulta lo que reafirma en  otra leyenda relativa a unas procesiones de ángeles por las costas de Candelaria:  “Aunque, estando la santa imagen de Candelaria en Chinguaro en la casa del rey de Güímar, o en la cuevecita junto a ella, donde muchos años estuvo, habían los naturales guan­ches oído muchas veces armonía del cielo y músicas celes­tiales, y visto muchas lumbres encendidas a modo de proce­sión, no eran tan ordinarias como lo fueron después que pa­saron la santa reliquia a la cueva de San Blas.
   Que como ya los guanches tenían más opinión y cono­cimiento de quién ella era, así ella obraba más a menudo cosas, con que los confirmaba en su opinión y los atraía a su devoción.
   Eran las procesiones que los ángeles hacían así por la playa, donde la santa imagen estaba, como por la del Soco­rro, donde apareció, muy ordinarias, así de noche como de día, con mucha solemnidad, gran armonía y música de voces suavísimas, con muchedumbre de compañía que, con velas encendidas, puestas en orden y concierto, hacían su proce­sión, desde la ermita que llaman de Santiago hasta la cueva de San Blas, por toda la playa, que es larga; y esto era tan ordinario, que ya no lo extrañaban los naturales.
   En la playa que dicen de Abona, que será cuatro leguas désta de Candelaria, hacia la Montaña Roja, se veían también ordinariamente estas procesiones, principalmente por la fies­ta de la Asunción de Nuestra Señora; y esto es tanta verdad, que ahora, en estos tiempos, personas que las han visto se van a la dicha playa y hallan velas de cera acabadas de apa­gar, y algunos las han hallado encendidas y pegadas a los riscos y me enseñaron el lugar y yo lo vide. Y así en esta pla­ya, como en la de Candelaria, se halla por la orilla de la mar gran cantidad de gotas de cera que de las procesiones que los ángeles hacen en honra de la Candelaria gotean, y yo doy fe que las he hallado y visto, y las tengo en mi poder, y oído a otros muchos lo propio.
   Las candelas o velas que en éstas playas se hallan, no son muy blancas, mas el pabilo no se deja entender de qué sea, porque ni es estopa ni algodón, antes en alguna mane­ra parece de seda blanca torcida. Lo que toca a estas proce­siones, que después acá que la isla es de cristianos, se han visto, adelante, cuando tratemos de los milagros, se hará mención dellas más particular.
   También aparecía en estos tiempos, veinte años antes que la Isla se conquistase, gran cantidad de cera blanca en panes, en un puerto cerca de aquí, que por esto le llaman el Puerto de la Cera. Y para certificación desto pondré aquí de verbo ad verbum un testimonio fidedigno, que en aque­llos tiempos se tomó, que entiendo dará gusto a todos.”(Ver, Acta de la cera, pág. 70) (Alonso de Espinosa 1980:64-66)
   En cuanto a los pabilos de los cirios que llamó especialmente la atención de del frayle dominico, estos estaban confeccionados con la fina corteza de la una planta autóctona conocida como Chajora, la cual debidamente trenzada adquiere una textura sedosa y de fácil combustión, así mismo, la cera empleada en la fabricación de los cirios procedía de la producida por la abejeras salvajes las cuales abundaban en la isla, siendo las del termino de Igueste de Candelaria reservadas para uso exclusivo de La Diosa Chaxiraxi, así como sus pastos lo estaban para los rebaños y carnero sagrado de La Diosa, estando penado con la muerte la introducción en  dicho termino de otros rebaños. La riqueza cerera producida por las abejas negras africanas era tal, que el Cabildo colonial la asumió para propios, viéndose los kanku (sacerdotes) cuidadores del santuario guanche de Achbinico, a arrendar dichas abejeras para disponer de la cera necesaria para el culto, como queda recogido en algunos documentos de la época,sobre el particular hecho publico por el investigador Lorenzo Santana Rodríguez: “Del ermitaño podemos aportar algunas noticias, que además nos ilustran sobre uno de los aspectos de su actividad. Así sabemos que el 28 de mayo de 1517 García de Morales, “ermitaño de Nuestra Señora de la Candelaria”, se obligaba a pagar a Antón Martín, arrendador de las abejeras salvajes de la isla de Tenerife: “tres doblas y media de oro.
   Las cuales son por razón que me arrendasteis todas las abejeras salvajes que hubiere media legua a la redonda de la Casa de Nuestra Señora la Candelaria por dos años”.
    La producción de estas abejeras salvajes debía ser bastante crecida en atención a otro documento, fechado el 22 de agosto de 1519, en el que García de Morales, “santero de Nuestra Señora la Candelaria”, para abonar el pago de una ropa se comprometía a entregar cincuenta libras de cera.” (Lorenzo Santana Rodríguez).
   Los Santuarios guanches en el Menceyato de Güímar:  Chinguaro y Achbinico, “Convento”  de maguadas y hospital de Chacorche.-
   Son muy numerosas las cuevas naturales o artificiales en Canarias dedicadas por nuestros ancestros al culto de Nuestra Diosa Madre Chaxiraxi en sus varios aspectos y advocaciones, así como a sus paredros, en las líneas que siguen vamos a dar un somero repaso a algunos de estos santuarios así como a otros denominados de superficie localizados en el Menceyato de Güímar en  la isla Chinech (Tenerife) algunos de los cuales han sido sincretizados y reutilizados por la religión católica.
    Chinguaro.-

   Tal como recoge para este topónimo el tantas veces citado Doctor Ignacio Reyes: “Chinguaro. m. Tf. Top. Cueva en el municipio de Güímar. Expr. t.: Chingara, Tinguaro. § «[...] hasta llegar a las moradas del rey de Güímar, que eran como media legua, de donde la santa imagen apareció en un barranco; y el lugar de su habitación llamaban Chinguaro» [Espinosa (1594, II, 5) 1980: 58 y 1907: 53]. [T-Ni + G-R-Wi] 'ti-n-agraw> cing"aro, conj. det. f. lit. 'la(s) (cueva) de reunión'.
Fonética, "t /t/ > c fíjl, por palatalización. || *g > gw, por labialización. || *-aw > -o, por contracción. B[T N]i chin; [G R W]i guaro. (Ignacio Reyes García, 2011).


   Una de la cuevas-santuarios más significativas por haber servido como templo natural a Nuestra Diosa-Madre Chaxiraxi cuando su imagen estaba en poder de nuestros ancestros antes de su traslado a la Cueva de Achbinicó y posterior usurpación por parte de los invasores y especialmente por el clero católico, es sin duda la Cueva de Chinguaro, situada a unos tres kilómetros de Chimisay (El Socorro), en dirección a Güímar, en la isla Chinech (Tenerife),  en el barranco de idéntico nombre.
Continua.




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