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sábado, 22 de marzo de 2014

OBSERVACIONES A UNA SERIE DE ARTÍCULOS DE DON FERNANDO BAÉZ EN TORNO A LA RELIGIÓN DEL PUEBLO GUANCHE





Capitulo III

Mueren las ideologías. Pasan las filosofías. Pero los sueños permanecen. Son ellos los que mantienen siempre abierto el horizonte de la esperanza.


Chaurero n Eguerew


3- 1. PRECISIONES SOBRE LA RELIGIÓN DE LOS GUANCHES:

En este artículo el Sr. Báez nos sorprende una vez más empezando por el titulo, pues entendemos que  no se puede precisar lo que se desconoce o se conoce superficialmente, actitud propia en todo caso de personas temerarias. Don Fernando comienza el escrito afirmando: “Los guanches, no tenían una religión espiritista, ni espiritualista, propia de indios americanos u otros selváticos”.

Entendemos que este planteamiento y su alusión a los indios americanos  además de absurdo y temerario, es irrespetuoso con otras culturas y conlleva una gran carga peyorativa, expuesta desde una óptica prepotente y etnocentrista propia de quienes creyéndose superiores, desprecian las singularidades ajenas aunque estas en los aspectos espirituales y sociales sean superiores a las suyas.

En cuanto a que: Los guanches, no tenían una religión espiritista, ni espiritualista…”
Observamos Sr. Báez que continúa usted tan desinformado en esta cuestión como en otras de la Iglesia Guanche sobre las que ha emitido sus desacertados juicios, ello a pesar de que existe una extensa y variada bibliografía sobre el tema, en sus aspectos como entes mediadores, mensajeros o funerarios. La veneración a  los espíritus es una de las fases más extendidas de las religiones de la humanidad, siendo en muy escaso número los pueblos que no la tienen.
Antes de entrar en el tema de la veneración a los espíritus por parte de nuestros antepasados, permítanos hacerle una observaciones en cuanto a los conceptos: “re-ligarse, si lo hace con los espíritus de sus antepasados, será una comunicación –del todo punto imposible”…

Sr. Báez, creemos entender que usted afirma que  la comunicación con entes espirituales fuera de esta realidad no es posible, si esto es así ¿En que se basan las religiones monoteístas para afirmar que sus dogmas, ritos y normas filosóficas y morales lo son por disposición de la divinidad? Podríamos admitir que algunos de los textos considerados sagrados por esas religiones sean “inspirados”  pero ¿como explicar los textos “dictados”  directamente por la propia divinidad? Si no existe comunicación,

¿Cómo es que María madre de Jesús ha sido tan pródiga dictando mensajes?

Quizás es por ello que para solventar estas dudas las denominadas grandes religiones monoteístas precisan de extensos y profundos estudios teológicos y filosóficos para negar lo que es evidente y hacer creíble lo absurdo tratando de demostrarnos que lo blanco es negro y viceversa.

En cuanto a tema religare permítanos otras observaciones:  

Al parecer Sr. Báez, usted asume la definición que para religación acuña modernamente el filósofo católico español Javier Zubiri que reduce la religación al nexo supuesto que creen entre el hombre y dios, “olvidando” que además existen otras formas de religación, veamos:
      1.-Religación cultural, como relación constitutiva de los sujetos humanos     respecto de realidades culturales extrasomáticas, es decir, de entidades humanas, fabricadas por el hombre, pero impersonales, y al margen de las cuales el sujeto no podría haber llegado a ser humano (“el palo, el garrote, hizo al hombre”).
2.-Religación personal humana, como relación constitutiva de los sujetos humanos con otros sujetos humanos: el individuo humano está religado a otros sujetos sin los cuales no puede existir como tal sujeto (“no hay yo sin tú”).
      3.-Religación cósmica, como la relación constitutiva de los sujetos humanos con entes impersonales y no humanos, es decir, con los entes llamados “naturales”: el sujeto humano no puede concebirse como si fuera el “hombre volante” que Avicena ideó para subrayar la espiritualidad sustancial de los sujetos humanos.
4.-Religación religiosa, como la relación de los sujetos humanos con otros sujetos no humanos pero personiformes, como puedan serlo, por ejemplo, los animales numinosos. La religión se define, dentro del campo filosófico, como la religación de cuarto género (que no se reduce a la supuesta religación con el dios del monoteísmo).
La “religación” es el despertar coincidente, crítico e interpretativo de la vinculación entre los interrogantes planteados por el enigma humano y el misterio de lo divino que responde a ellos con donación última de sentido.
El filósofo cristiano Juan Masiá ahonda en el tema en una ponencia presentada en el Coloquio sobre Diálogo Interreligioso celebrado en la Universidad de Coimbra el 18 de noviembre de 2010, de la cual extraemos el siguiente resumen:
“La filosofía critica los excesivos entusiasmos de la mística, el peligro de fanatismo en la profecía y la hybris de autoritarismo dogmático de los sacerdocios.
 Tanto las religiones etiquetadas convencionalmente como místicas, así como las clasificadas con el letrero de proféticas, u otras que no encajen en dichas tipologías, todas sin excepción necesitan hoy día redescubrir la autenticidad mística (interioridad) y la genuina praxis profética (socialidad) como tarea urgente del presente siglo, más allá del mero diálogo interreligioso. Todas las religiones heredan tradiciones de paz, pero todas ellas a lo largo de la historia se han desviado de sus raíces y han caído en la violencia: violencia en el interior de la propia religión, violencia entre las religiones y violencia entre las religiones y la sociedad. Está por resolver el problema de si las causas de estas violencias son meramente coyunturales o se insertan estructuralmente en la religión misma. Habrá que continuar la tarea de dilucidar esta cuestión en el lugar privilegiado del encuentro intercultural e intercosmobvisional de las religiones, oportunidad para su transformación mutua en beneficio del redescubrimiento de la ”religación”.
 Tres propuestas desde la filosofía sobre el diálogo interreligioso: 
 1. El encuentro interreligioso no es suficiente. El encuentro interreligioso entre religiones con predominio del aspecto místico y de religiones que acentúan los rasgos proféticos no parece suficiente para superar las desviaciones fanáticas, exclusivistas o intolerantes que se han dado en la historia de casi todas ellas.
 2. Hace falta reflexión autocrítica en el seno de cada religión. Hay que decir que es necesario un pensamiento autocrítico y hermenéutico para discernir en el interior de cada religión sus desviaciones y autoengaños. No propongo que absoluticemos la crítica de la modernidad, ni tampoco que nos quedemos en ella; solamente pretendo constatar que las religiones que no pasen por esa etapa crítica, seguirán sin aprobar la asignatura pendiente: la tolerancia, la apertura al pluralismo y a dejarse transformar por lo diferente, atreviéndose a “renegociar” psicológica y sociológicamente su identidad.
 3. La filosofía ayuda a discernir las ideologías dentro de las religiones. Convendrá para esta tarea que la filosofía discierna a las llamadas “religiones monoteístas del libro” y a las religiones incluidas bajo el común denominador de “espiritualidades no-teistas”.
Ambas se pueden influir y fecundar mutuamente. La reflexión crítica de la filosofía será un reto para ambas y, a la vez, una ayuda para explorar el futuro de las religiones o, en su caso, el futuro de nuevas formas de espiritualidad, religiosidad o “religación” más allá de las religiones. (Juan Masiá, 2010)
Dicho lo que antecede, vamos a ocuparnos del tema de la veneración a los espíritus de nuestros ancestros, tema que dividiremos en varios apartados y en una breve introducción.
Culto a los espíritus de loa antepasados
El mundo religioso de la sociedad guanche, es en extremo complejo, a pesar de que las referencias que sobre el mismo nos han llegado de manera escrita (la Historia siempre la escriben los vencedores) son pocas y confusas debido a la imposición traumática del catolicismo, cuya misión primordial fue la erradicación furibunda e irracional de todo vestigio de la milenaria religión profesada por  el pueblo  guanche, los pocos documentos que hasta nosotros han llegado, especialmente los conservados a través de la tamusni, y las escasas referencias recogidas por los cronistas, aunque estas están expuestas desde un punto de vista etnocristiano y etnocentrista, nos dejan vislumbrar un mundo espiritual y una concepción del universo y de la función que el hombre desarrolla en él, mucho más elevada que la que portaban aquellos bárbaros fanáticos cuya religiosidad se basaba en unas simples prácticas externas, (teatrales) carentes de conceptos elevados de la moral y la ética.
La riqueza  religiosa y espiritual del pueblo guanche, está modelada por milenios de práctica en torno a los designios de la Diosa-Madre, cuyos aspectos iremos desarrollando en páginas sucesivas. La estricta observancia que de los postulados religiosos y morales hacía la sociedad guanche, quedó recogida por algunos autores los cuales no dudaron en calificarla como una etnia  de valientes y pacíficos pastores, de costumbres moderadas y puras, modelo de honradez,  lealtad, pundonor, moderación y formalidad, trabajadores compasivos, y extremadamente respetuosos con los ancianos,  y sumamente hospitalarios. Estas virtudes son reales, no son un producto literario, pues las mismas forman el sustrato ético y moral de la población Canaria actual, a pesar de la avalancha de “cultura” globalizadora que en estos últimos tiempos nos invade con una virulencia mucho más activa que, aquella que sufrimos hace más de quinientos años, y que lamentablemente, aún continuamos sufriendo y soportando, quizás como justo castigo y penitencia por haber permitido el que unas hordas extranjeras nos arrebataran el sagrado culto a nuestras divinidades ancestrales.

Es por ello que debemos orientar nuestros espíritus, hacía  el encuentro con los espíritus de nuestros antepasados, para que en estrecha comunión con ellos, hagamos aflorar el cúmulo de virtudes que nos han trasmitido, que están latentes en nuestro ser,  y que nosotros hemos mantenido en parte oculto, por el temor que han incrustado en nuestros sentimientos, las practicas represoras de una religión deshumanizada, absolutista y, básicamente amoral, que nos ha sido impuesta con la fuerza de las armas.
Al contrario que la creencia monoanimista, propugnada por otras religiones, la Iglesia Guanche sostiene que el hombre tiene dos espíritus: el  Espíritu Vital, que mantiene en correcto funcionamiento las funciones orgánicas (respiración, circulación de la sangre etc.) y responsable a su vez del calor corporal y de la capacidad de movimiento, así como del conocimiento del entorno donde nos movemos; y el Espíritu Libre, que alberga la conciencia, la capacidad de entendimiento, la decisión, y la voluntad.
Mientras que el Espíritu Vital permanece de forma indisoluble unida al organismo, el Espíritu Libre es puramente espiritual, independiente del cuerpo, al igual que los espíritus y los dioses.

Cuando las funciones orgánicas se hallan desactivadas, como en el sueño, durante un desmayo, en el delirio, etc., el espíritu puede separa de su envoltorio físico y pude viajar al otro mundo, a otros planos espirituales. Lo que allí ve y experimenta lo trasmite al hombre en forma de sueños y visiones. Tras la muerte se va al más allá, al Seno de Magek con los antepasados para reencontrarse con los suyos. Ya que el hombre no es inmortal pero sí su Espíritu Libre. (Klaus E. Müller et al, 2000: 481-ss.)

Los espíritus, son “almas” libres de los antepasados, que desempeñan un papel importante entre los poderes del más allá junto a otros espíritus y dioses que forman la Corte de la Gran Diosa-Madre Chaxiraxi y sus aspectos; Magek-Tanit-Tara-Diosa Celeste-Moneiba; Abora etc. Puesto que la autoridad aumenta con la edad, cuando más edad se tiene más perfección se alcanza y por consiguiente más puro son los espíritus.

 Así pues, los antepasados desde los más antiguos fundadores del pueblo guanche-mazigio, disfrutan ante la Diosa del rango más alto, por encima del más viejo de sus descendientes, aunque por debajo de los dioses, los cuales a su vez están por debajo de la Diosa Superiora y Creadora, como la más poderosa de todos. Los espíritus, al igual que los ancianos con vida, aconsejan a los suyos, en sueños, se preocupan de que sigamos buen camino, nos brindan la fertilidad de nuestros animales, vigilan nuestros campos y nos guían en nuestras profesiones y empleos. Y sobre todo, vigilan que nos mantengamos fieles dentro del orden trasmitido de generación en generación. Quienes somos negligentes recibimos advertencias en forma de signos y pequeñas desgracias, los que no llevamos una vida honesta, nos veremos afectados por enfermedades graves, accidentes, pérdidas materiales o la misma muerte. Así pues, todos debemos poner un desmesurado interés en nuestras relaciones con los espíritus de nuestros antepasados, manteniendo unas relaciones fluidas, sin perturbaciones, para ello debemos guardar un culto reverente. No descuidando  hacerles con regularidad ofrendas de ramas, flores o lo que buenamente y con amor podamos ofrecerles. Debemos tenerlos presentes en nuestras fiestas y celebraciones familiares, y en las comunitarias, si danzamos cantemos hagámoslo en su honor, cuando tomemos moderadamente unas copas o participemos en una comida, hagámoslo en su honor, pues ellos siempre están entre nosotros.

Los espíritus de nuestros antepasados, están íntimamente ligados a sus descendientes más próximos, al entorno donde ellos moraron en vida, y al grupo  donde desenvolvieron su actividad cotidiana. Se preocupan especialmente por proteger a los suyos, siempre que estos se comporten de forma adecuada y les rindamos correctamente los rituales, tal como hemos expuesto más arriba, así nos veremos protegidos del peligro y de los estímulos negativos. Los hombres jóvenes para adquirir su espíritu protector personal, deben mantener una búsqueda que en ocasiones puede ser larga, y nada fácil debido a los impulsos propios de la edad, pero esta búsqueda puede ser mucho más fácil si pone en ello verdadero empeño, observando una vida honesta y haciéndose aconsejar de personas mayores, entendidas y de buena vida.
También debemos cuidar a los espíritus protectores de la región, ellos cuidan y protegen a los ganados, los campos, los montes y las aguas y el aire. Estos espíritus han pasado por diversas etapas de perfeccionamiento y la Diosa los ha investido como dioses mediadores, por lo que generalmente no están muy próximos entre si, y los más  perfectos y puros son los que guían a los dirigentes y, a los sacerdotes y maguadas. A estos importantes espiritus mediadores se deben honrar de manera especial como mínimo una vez al año, preferentemente durante la celebración del año nuevo guanche y durante el Beñesmer.
El mundo de los espíritus dentro de la teogonía de nuestros antepasados, es complejo y ha sido poco estudiado. La información que nos ha llegado es poca y confusa debido a que las creencias y ritos de la religión guanche fue brutalmente reprimida como hemos dicho por el fanatismo cristiano, sí bien el pueblo guanche se esforzó por conservar sus prácticas religiosas, el transcurso del tiempo y los nuevos métodos de penetración empleados por la iglesia católica, obligó a los detentadores de los ritos guanches a sincretizar dentro de los ritos cristianos sus creencias como único medio viable para la supervivencia de las mismas. En la actualidad, aún perduran y se practican determinados ritos de nuestra religión ancestral, pero estos son celosamente guardados por un número muy limitado de familias que son depositarias de éste legado  religioso, las cuales observan un total hermetismo sobre los mismos, traspasado estos conocimientos entre miembros de una misma familia, preferentemente de abuelos a nietos, y de tíos a sobrinos manteniendo así, el culto primitivo, y también los aspectos hereditarios de este sacerdocio.

Este aspecto secreto del culto, mantenido durante generaciones ha venido hurtando a la curiosidad del investigador y del curioso muchos de los pormenores del culto guanche a los espíritus, así, en este estado de la cuestión, no es de extrañar que algún investigador haciendo uso de su profundo academicismo, diga con razón: “Resulta difícil comprender de las fuentes escritas  qué idea tuvieron los guanches acerca del espíritu de sus muertos, a donde iban en que lugar residían y, en general toda, todo lo relativo a su concepción sobre este aspecto siempre difícil de explicación para el comunicante, así como para quien recibe la información. En este caso, probablemente, la transmisión de estas ideas resultaría más difícil para los informantes que serían muy reservados a la hora de manifestar sus opiniones sobre cuestiones siempre tan difíciles de comunicar, como por el deseo expreso de no desvelar hechos íntimos, seguramente en una cierta aureola de misterio, así como también por la propia formación religiosa de quien la recibe. El Padre Espinosa, recopilador de la información de los guanches, trasmite así su idea acerca del alma “  “...más ni conocían inmortalidad de las almas” A. Espinosa, 1980: 35). En el sentido en que es conocida por un cristiano, con toda probabilidad no supieron qué era. Un testimonio se recoge en la crónica de A. Sedeño”. (Antonio Tejera Gaspar, 1988: 48-9)

Los espíritus de los ancestros en las fuentes

La existencia de los espíritus (maxios) es, fundamentalmente, una verdad de  fe. La fe será, por consiguiente, el punto de apoyo para sondear la naturaleza de los entes espirituales. Incluso la iglesia católica, que históricamente se ha erigido en perseguidora de los espíritus “paganos”, admite la existencia de éstos sincretizados como ángeles desde el Antiguo Testamento hasta la actualidad. Así, la iglesia católica afirma en el credo la existencia de “seres invisibles”; en el concilio IV de letrán (1215) y en el Vaticano I (1870,) lo define expresamente; la liturgia católica canta la existencia de los espíritus, en el Prefacio y los invoca en el Canon: “Te rogamos, oh Dios todopoderoso, que mandes llevar estos dones a tu excelso altar por manos de tu santo Ángel”.

El anteriormente citado Doctor de la iglesia católica (Agustín de Hipona, de orígenes mazigio y pagano, que veneraba a Tanit antes de su conversión al cristianismo) formula una razón de conveniencia de extraordinaria hondura teológica,  y perfectiva: “Es necesario admitir la existencia de algunas criaturas incorpóreas –dice– porque lo requiere la perfección del universo” (1 q50 al). Quien ve con ojos limpios la obra creadora de  Dios, sabe encontrar y unir los hilos que lo tornan inteligible.”

El análisis del teólogo se hace sutilísimo. Los entes mediadores son criaturas totalmente espirituales, sustancias completas, superiores  al hombre e inferiores a la Diosa, con una enorme capacidad de inteligencia y de amor, elevadas al orden sobrenatural, sometidas a una prueba que determinó la distinción entre espíritus buenos y espíritus malos. Los espíritus buenos, los Espíritus Libres que están en la presencia de la Diosa, los Espíritus Vitales bienaventurados, a los que se les permite morar en el Sagrado Valle de Eguerew, “forman una multitud inmensa, superior a la muchedumbre de los seres materiales, porque la Diosa-Madre Chaxiraxi que mantiene perfecta la creación, abre más la mano en la cantidad a medida que sus criaturas son más perfectas, más espirituales. No hay, además, dos entes de la misma especie, sino que cada uno tiene la suya propia.
 
[…] en sus cuevas a modo de templo imploraban a sus antepasados, los Majos, Maxios, Maluos, Mahoreros o Magos que eran sus espíritus.

Parece que por lo que los Maxoreros i Canarios creían, admitían la inmortalidad del alma, que no sabían luego explicar. Tenían los de Lancarote y Fuerte Ventura unos lugares o cuebas a modo de templos, onde hacían sacrificios o agüeros según Juan de Leberriel, onde haciendo humo de ciertas cosas de comer, que eran de los diesmos, quemándolos tomaban agüero en lo que hauían de emprender mirando a el jurno, y dicen que llama­ban a los Majos que eran los spíritus de sus antepasados que andaban por los mares i uenían allí a darles auiso quando los llamaban, i estos i todos los isleños llamaban encantados, i dicen que los veían en forma de nuuecitas a las orillas de el mar, los días maiores de el año, quando hacían grandes fiestas, aunque fuesen entre enemigos, i veíanlos a la madrugada el día de el maior apartamento de el sol en el signo de Cáncer, que a nosotros corresponde el día de San Juan Bautista.

Magos, Manos, Majios y Maxios en otras versiones. Tenían los antiguos observado que en este mundo andaban mezclados con los vivientes ciertas sombras ocultas a la vista, o algunos de los vivientes, o sus sitios, se ocultaban y podían ocultar a los vivos. Lo primero entendían en los manes, o almas de los difuntos, que llamaban encantados, y de ellos tenían grandes consejas, y mayormente los canarios de esta isla (Cana­na), y todas dimanan u originan de grandezas de príncipes hechos leones, aves, palomas, nieblas, nombrando casi siempre los montes claros que son en África los de Atlante, de donde parece tenían su origen, y muchos ríos y arboledas de aquellos sitios, de donde se verifica tenían el alma por inmortales. Estos antepasados nuestros sabían perfectamente de su lugar de origen, de los montes claros de las montañas del Atlas. (Marín de Cubas en: Hupalupa, 1987:55)

Los guanches de Tenerife y, con toda probabilidad el resto de las poblaciones insulares, creían que los espíritus de sus antepasados iban a parar a la Sol, astro que, consideraban como Ser Superior por excelencia (junto con el Dios del Cielo, que sostiene) y era, por tanto, objeto de adoración. Esta deidad solar se sintetizaría de la siguiente manera: creían que los espíritus de sus antepasados iban a parar a la Sol, y cada mañana a su salida por el Este aparecían por el firmamento, realizando el itinerario diurno hasta que finalmente desaparecían, para de nuevo regresar al día siguiente.
La isla de Fuerteventura fue dividida al través con una Pared de más de  cuatro leguas de mar a [mar], término de dos Reyes, el de hacía Canaria llaman Ayose y el de hacía el Norte Guise; cada uno se gobernaba por una mujer, que ambas hablaban con el demonio,[1] llamadas Tamonante y Tibiabin, éstas apaciguaban las discordias, maestras de ritos y ceremonias, avisaban de casos contingentes. (Marín de Cubas, 1993:104-5)
Una aproximación al término “Maxo”
El Dr. José Barrios García,[2] en un documentado trabajo presentado en las III Jornadas de Estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote, el cual por su indudable interés para el tema que nos ocupa reproducimos en su casi totalidad, sostiene: “Como veremos a continuación, creían los majoreros que las personas estaban compuestas de un cuerpo material y de, al menos, un espíritu que pervivía después de su muerte.
A este espíritu llamaban maxos, palabra que en otros textos aparece, como maxios, majos, magos, etc. Tanto el término “majo”, como el de “majorero”, han sido tradicionalmente uti­lizados por las fuentes escritas y la tradición oral como gentilicio para de­signar a los naturales de Fuerteventura y Lanzarote. Además, según cier­tos autores: Maho (Abreu), Maoh (Torriani), Mahorata (Viana), era tam­bién el nombre que le daban algunos a estas dos islas.

Desde este punto de vista, tanto las dos islas como sus habitantes, vi­vos o muertos, parecen haber recibido, según algunas versiones, el mis­mo nombre de: maho, majo, magio, maxio, etc. Esta palabra es relacio-nable lingüística y semánticamente con el etnómino con el que se deno­minan a sí mismas las poblaciones comunmente llamadas beréberes; se­gún Salem Chaquer et al:
La lengua de los touaregs, que es una forma del beréber, se di­vide en varios dialectos mutuamente inteligibles con muy poco esfuerzo...

Para designarse a ellos mismos, estos pastores nómadas del Sa­hara Central, como todos los bereberes, utilizan el término Ama-jeg/Imuhag, con variantes dialectales múltiples: Amaheg, Amaceg, Amazig... que podemos seguir desde la antigüedad: Maxyes de He-rodoto, Mazyes de Mecateo, Mazices y Mazaces de la época latina”.

Para Prasse, la forma primitiva de este término sería á-mahzíg, y la forma ámáhág, variante dialectal de los touaregs del Ahaggar, es señalada por algunos estudiosos como la más cercana lingüísticamente al “Majo” de Lanzarote y Fuerteventura. En esta línea de apreciaciones pa­rece claro que la palabra “majo” se correspondería precisamente con una variante dialectal insular del término panberéber con el que estas pobla­ciones se designan a sí mismas.

La adscripción por algunos historiadores de esta palabra como nom­bre de las dos islas orientales, puede entonces matizarse en el sentido de que, si lingüísticamente, designa una etnia, podría entonces, por exten­sión, designar el territorio que esta etnia ocupa; es decir, no sería éste el nombre de la isla, sino más bien el nombre del territorio que ocupa la etnia. Por otra parte, como nombre de las islas tenemos los más conoci­dos de Erbania (Fuerteventura) y Titerogaka (Lanzarote).
Los Maxos en las fuentes
A continuación presento algunas de las citas que se pueden encontrar en los textos historiográficos referidas al tema de los encantados o espí­ritus de los antepasados. Todos los textos claves se encuentran en alguno de los manuscritos que hoy conocemos del historiador de las Canarias, don Tomás Marín de Cubas (1643,1704), natural de Telde y nacido en el seno de una vieja familia de la localidad. Parece claro que la mayoría de estas noticias, como tantas otras, las tomó Marín de Cubas de la tra­dición oral, que en esta época debía abarcar a un alto porcentaje de po­blación que no sabía leer ni escribir y, en buena medida, constituida por descendientes de los antiguos canarios. La escasez de noticias estricta­mente referidas a Lanzarote y Fuerteventura, me ha motivado a recoger también aquellas referidas a otras islas, pues, sin que quepa hacer gene­ralizaciones gratuitas, algunas de las propias citas y de las tradiciones con­servadas en otras islas, hacen referencia a que la cultura de los “maxos” se hallaba extendida al resto del archipiélago con extensión y variantes a determinar.
Textos del Escudero

Parece por lo que los maxoneros y Canarios creían, admitían la inmortalidad del alma... Tenían los de Langarote y Fuerte Ventura unos lugares o cuebas a modo de templos, onde hacian sacrificios o Agüeros según Juan de Leberriel, onde haciendo humo de ciertas co­sas de comer, que eran de los diesmos, quemándolos tomaban agüe­ro en lo que havian de emprender mirando a el jumo, i dicen que llamaban los Majos que eran los spiritus de sus antepasados que an­daban por los mares y venían alli a darles aviso quando los llama­ban, i estos i todos los isleños llamaban encantados, i dicen que los veian en forma de nuvecitas a las orillas de el mar, los dias maiores de el año, quando hacian grandes fiestas, aunque fuesen entre ene­migos, i veíanlos a la madrugada el dia de el maior apartamento de el sol en el signo de Cáncer, que a nosotros corresponde el dia de S. Juan bautista.”
En esta cita del Escudero, podemos ver por un lado, quiénes eran los encantados, por otro, la forma que tenían los vivos de contactar con ellos, y cómo el término “encantado” era utilizado por todos los isleños.


Marín de Cubas, para Gran Canaria, señala:
A el alma decían que era hija de el sol, i a los fantasmas llama­ban Magios, que significaban encantados u ocultos que tenian allá otra vida de penas y afanes congojosa de lo qual andaban llevándo­les de comer a las cepulturas.”
Escudero dice:
En otro lugar que llaman campos o vosques de deleite están los encantados llamados maxios i que allí están vivos i algunos están arre­pentidos de lo mal que hicieron contra sus próximos i otros desva­rios. Esto decian los mas avisados faisanes”
Según esto, y sin excluir otras posibilidades, los magios, para los ma­joreros andaban por los mares, mientras que en Gran Canaria se encon­traban en “campos o vosques de deleite”. Para Tenerife, Scory  los si­túa en el Teide y en Agüere, pues nos dice:
Y los guanches, naturales de la isla, afirman estar aquí en la cal­dera del Teide el infierno, y que las almas de sus predecesores que han sido malos están detenidas en aquel lugar, pero las de los que han sido hombres de bien y valientes van a un valle graciosísimo, en el cual esta hoy fundada la gran ciudad de La Laguna”.

Formas que adoptan los Maxos
Según las fuentes que estamos manejando, lo más común es que los magios se manifiesten como nubes o vapores. Ya hemos visto la cita del Escudero, Marín añade:
Los canarios llamaban encantados a ciertos nublados o vapores levantados de los arroyos orillas de el mar a la parte de el sur de esta Isla de Canaria, que a la verdad duran por tres horas salido el Sol, unos hacen forma de torres, navios, hombres a caballo, ejérci­tos de a pie, y conforme corre el viento Norte o Noroeste en tiem­pos de Otoño que se recogen allí al sotavento de los montes: lo mis­mo es como causa natural en los ríos, y demás partes donde hay hu­medades y vapores.”
No obstante, Marín señala para Gran Canaria, otras formas que adop­taban los encantados:
«Tenían los antiguos observado que en este mundo andaban mez­clados con los vivientes ciertas sombras ocultas a, la vista o a algunos de los vivientes o sus sitios se ocultaban, y podían ocultar a los vi­vos; lo primero entendían en los Manes, o Almas de los difuntos, que llamaban encantados y de ellos tenían grandes consejas; y ma­yormente los Canarios de esta isla [G. C.], y todas dimanan u origi­nan de grandezas de Príncipes hechos leones, aves, palomas, nieblas nombrando casi siempre los montes claros que son en África, los de Atlante de donde parece tenían su origen, y muchos ríos, y arbole­das de aquellos sitios.»
Más adelante, añade Marín:
.
Afirmábanla los canarios de memoria en memoria de que tenían hechos romances o jácaras aun de su origen que decían haber venido encantados en forma de Aves desde África del monte Atlan­te, que llamaban montes claros con grandes fábulas, y ficciones.”
Lo mismo parece señalar la tradición oral palmera del “Vacaguaré”, cuando los restos de Acerina, formando una sombra, se trasladan como una nube por el mar en busca de su amado Atanausú.

Los “encantados” y el solsticio de verano
La fecha de San Juan está relacionada de diversas formas con los en­cantados y los encantamientos. Según Marín:
De las particularidades que los Ysleños tubieron en algunas is­las lo primero decían que el año que aparecían los Majos, o encan­tados, que son ciertas nubes a la parte de el sur por los días maiores de el año que es a fines de Junio tenian por prognostico serles el año feliz de fructos y creían haver en ello algo sobrenatural...”
También recoge Marín la tradición de que:
Un día [como consecuencia de la mortandad que hicieron entre los canarios los expedicionarios de 1393, al desembarcar en Jinámar y Arguineguín precisamente en las fiestas solsticiales] amaneció la plaia de jinamar dicen ellos llena de encantados como en Argane-guin que después les quedo como proverbio para acallar los niños de-cian"Atit Maxos" "cata los encantados"...» (José Barrios García)
Según Sir Edmond Scory (1613/1626) refiriéndose a los guanches de Tenerife nos dice: “los espíritus de los hombres que fueron buenos y valientes iban a un valle hermoso que correspondería físicamente a la ubicación actual de la ciudad de La Laguna, en Tenerife. Aún así, el destino final de los espíritus era acabar morando en la Sol. La condición de valle sagrado de Aguere facilitaba el uso del mismo tanto por personas como por los rebaños de los diferentes menceyatos aún cuando hubiese enfrentamientos entre ellos.
Como antes hacíamos mención, Sir Edmond Scory explicaba en sus escritos el destino que le esperaba al espíritu de todas aquellas personas que no obraron bien en su vida.
Quisiéramos referirnos en este apartado a la existencia del viaje de los Espíritus Vitales, o si se quiere, al lugar definitivo en que se hallan, puesto que si atendemos al texto de Scory, las “almas” de los que han sido malos “están detenidas en aquel lugar”, (el Echeyde) no como una situación definitiva, sino como un paso previo antes de su ubicación final en el seno de la Sol, donde después de un tiempo indeterminado pasa a integrarse en la esencia universal de la Diosa-Madre Chaxiraxi. (En: Guayre Adargua, 2008). Según recoge Tejera Gaspar: “Esta tradición  solar se sintetizaría de la siguiente manera: creían que los espíritus de sus antepasados iban a parar al Sol, y cada mañana a su salida por el Este aparecían en el firmamento, realizando el itinerario diurno hasta que finalmente desaparecían, para de nuevo regresar al día siguiente. En muchas culturas este viaje de las almas en su morada solar se ha simbolizado con un carro; en Tenerife, este medio ha sido sustituido por pájaros y, en islas como El Hierro, se asimiló a una casa.” (Tejera Gaspar)
El científico y escéptico en temas religiosos Dr. Ignacio Reyes García,[3] en un interesante trabajo en torno a la espiritualidad del pueblo guanche expone:
“Algunos indicios permiten conjeturar que los antiguos isleños concebían el espíritu humano como una emanación de la poderosa luz solar, pero compuesto a su vez por dos almas, una sutil y otra vegetativa, igual que ocurría en las tierras del Nilo.”
Más adelante continúa: “Para la milenaria cultura amazighe, la realidad se concibe como un ámbito más complejo que el entorno puramente físico o terrestre, donde, por cierto, todo vive y posee voluntad propia. Otros planos sobrenaturales, donde habitan almas, espíritus y deidades, también interactúan con nuestro escenario material. Así las cosas, la muerte se entiende sólo como un tránsito a otra situación o estado. El ser humano no desaparecería con la extinción de su envoltura más densa o mortal, acontecimiento que, sin embargo, liberaría no una sino dos almas del difunto.
En líneas generales, la formulación que describe la naturaleza del ser y sus propiedades trascendentales (ontología) desde el antiguo Egipto hasta Canarias se resume en un característico principio dualista: un alma vegetativa, que permanece por más o menos tiempo cerca del cuerpo y hábitos terrestres del fallecido, mientras el alma sutil vuelve al espacio de luz o energía que, por demás, constituye su esencia. Con todo, la terminología conservada a este respecto en las Islas no acredita de manera categórica ese dualismo del alma, aunque no sólo las voces correspondientes sugieren esa representación.” (Ignacio Reyes García, 2009)
Incluso la iglesia judeo-cristiana asume la existencia de los espíritus aunque disfrazados bajo el concepto de Ángel que  significa mensajero y proviene del latín ángelus.

El tantas veces citado Agustín de Hipona dice respecto a ellos: “Angelus officii nomen est, non naturae. Quaeris nomen huius naturae, spiritus est; quaeris officium, angelus est: ex eo quod est, spiritus est, ex eo quod agit, angelus” (“El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel”). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan “constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mt 18, 10), son “agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra” (Sal 103, 20).

En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello. Cristo “con todos sus ángeles”

Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles... (Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para El: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él” (Col 1, 16).

Le pertenecen más aún porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvación: “¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?” (Hb 1, 14).

De esta forma según el credo católico, los Ángeles son mensajeros divinos y están formados por una gran concentración de energía cósmica; su misión en la tierra consiste en ayudar a los seres humanos en sus asuntos cotidianos, guiarlos y protegerlos de todo mal. Y como no podía ser menos en una organización donde prima la jerarquía estos entes están divididos en categorías, así los superiores son: Miguel, Rafael, Gabriel y Uriel.

Según el catolicismo existen Ángeles en cada área en particular de la vida, ellos son los encargados de hacer la voluntad de dios, pero les ayudan con todo su Amor a que lleven una vida más fácil y placentera, ya que la voluntad de dios es precisamente que estén llenos de amor, salud, riqueza material y riqueza Espiritual.


Oración al Arcángel San Miguel

Defiéndenos en la lucha
sé nuestro amparo contra
la perversidad y asechanzas del demonio                 
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el Divino Poder
a Satanás y a los otros espíritus
malignos que andan dispersos por el
mundo para la perdición de las almas.
Amén.

Por otra parte, no deja de ser significativo el paralelismo entre los ángeles católicos y el dios mitológico griego Hermes quien es hijo de Zeus y de Maya (hija de Atlas), su función era la de ser el mensajero de los dioses. Estaba provisto de unas pequeñas alas colocadas estratégicamente en su casco y en sus sandalias que le hacía ir a gran velocidad. Hermes aparece como el protector de comerciantes, pastores, ladrones e inventores, así mismo otra de sus características era que fue el encargado de llevar las almas de los mortales hacia el Hades...
Hermes tiene un largo “historial delictivo”, no sólo robó a Apolo, sino a la misma Afrodita, se apropió del cinto donde guardaba todas sus armas de conquista haciendo que ésta no pudiera conseguir el amor de ningún hombre. Fue expulsado repetidamente del Olimpo, pero su gran capacidad oratoria le hizo obtener la gracia y el perdón de los demás dioses. Hermes tuvo dos hijos Hermafrodito y Pan.
Estimado don Fernando, en una próxima entrega continuaremos analizando su artículo   Precisiones sobre  la religión de los guanches, naturalmente sin acritud, solo nos anima el deseo de un enriquecimiento mutuo en el orden espiritual y cultural, y en lo posible, evitar que nuestra sociedad continúe siendo victima del síndrome de Estocolmo y comulgando con piedras de molino.




[1] Los católicos de la época (como de la actual) tendían a demonizar aquellos aspectos de otras culturas que no comprendían o que no estuviesen de acuerdo con los dogmas cristianos.
[2] José Barrios García es Doctor en Ciencias Históricas (Antropología); Licenciado en Ciencias Matemáticas; Profesor Titular de Análisis Matemático, Universidad de La Laguna.
[3] Ignacio Reyes García nació en  Santa Cruz Tenerife en  1962. Es Doctor en Filología y Licenciado en Historia por la Universidad de La Laguna.

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