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jueves, 31 de octubre de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS-V-II





Volumen V

CAPITULO-II


PANTEON DE LA IGLESIA DEL PUEBLO GUANCHE

DIOS LUNA ACHUGUAYU


Eduardo Pedro García Rodríguez



ACHUYUAYO, DIOS LUNA - DIOSA LUNA

La religión griega tiene sus orígenes en los pueblos libios del norte de África, uno de los detalles mas significativos es la identidad casi total que se encuentra entre los atributos, títulos y características de la Diosa griega Athenea con la más antigua Diosa cartaginesa Tanit.

           
Como hemos expuesto, la desecación y desertización del Sahara provoco emigraciones en todas direcciones de la población asentada en esas latitudes en épocas anteriores al tercer milenio (a.e.a.). El clima benigno y las abundantes lluvias de esta zona proporcionaban las condiciones idóneas para ser el asiento de importantes civilizaciones perdidas cuando comenzó su desertización. Algunos piensan, con cierta justificación, que la mítica Atlántida pudo estar ubicada en la parte norte del Sahara.
           Las emigraciones se produjeron en tres direcciones principalmente: al norte, hacia la isla de Creta y Grecia por el este; la Península Ibérica y las costas del mar de norte por el oeste; y hacia el sur, hacia la cuenca del Niger. Tanto en un lugar como en el otro florecieron culturas muy desarrolladas con cultos religiosos muy similares. En la cuenca del Niger subsisten actualmente restos de estas culturas y religiones en sus formas más primitivas. La permanencia tanto tiempo de estas culturas fue debida principalmente a la gran dificultad que los frondosos e inhóspitos bosques ecuatoriales planteaban a las invasiones externas, y en particular freno la caballería musulmana que en la época de la expansión del Islam llego hasta sus límites por el norte.
         Unos ejemplos interesantes que ilustran esta idea del parentesco entre la religión griega pre-helenica y las religiones africanas del sur del Sahara, es el de los Akanos, pueblo de la actual Ghana, y también la religión de Ifa, de los Yoruba, que es una etnia de la actual Nigeria. Nos centraremos en describir el sistema social de los Akanos, pues el de los Yoruba es muy similar, para ver la similitud con el sistema social imperante en la grecia pre-helenica y en general en los pueblos mediterráneos antes de las invasiones de los pueblos arios-patriarcales procedentes del centro de Europa.
         Entre los Akanos hay varios cultos diferentes que son el reflejo de sistemas sociales distintos y que son fruto de la evolución mayor o menor de los diferentes grupos que los componen. En el que parece más antiguo, se adora la Diosa Luna con el nombre de Ngame. Los atributos de esta Diosa en nada se diferencian de la cartaginesa Tanit, o de la libia Neith, también son iguales a los de la cananea Anatha o a la griega Athenea. La tradición sobre Ngame la hace madre de los cuerpos celestes (estrellas y planetas), de los animales y de la humanidad. La sacerdotisa de Ngame es la Madre de todo su pueblo, tribu o nación, su guía y su juez.
         Cuando aparece una inestabilidad o tensión social de cierta envergadura, que puede ser debido a una sobrepoblación, a luchas políticas, etc., el partido perdedor deberá abandonar el reino, pero lo hará dirigido por una princesa de sangre real. Esto debe hacerse así pues sólo las princesas reales pueden canalizar la magia de Ngame (magia lunar) y bajo su mando el grupo se asienta en otro lugar. Este proceso dio lugar a diferentes federaciones de ciudades-estado, similares a las que se encontraban en la grecia pre-helenica.
         Un segundo tipo de culto, que se supone más moderno que el anterior, resulta de la fusión entre los pueblos Akanos que hemos descrito antes con tribus de pastores patriarcales el Sudan, que poco a poco fueron emigrando hacia zonas más ricas en pastos a medida que África sufría el mayor desastre ecológico del planeta como fue la formación del desierto del
         Sahara. Estas tribus de origen sudanés eran adoradoras de Odomankona, una forma de Dios-padre que refleja su carácter patriarcal. Estos pueblos habían tomado de los sumerios la semana de siete días dedicada a los siete dioses planetarios o titanes. Estos cultos se introdujeron entre los Akanos mediante la formación de parejas o matrimonios entre cada uno de los titanes y alguna deidad femenina local, formando así un conjunto de 14 dioses, por parejas 7 masculinos y 7 femeninos, o bien de siete dioses con un doble aspecto masculino y femenino cada uno de ellos. Esto mismo también se aprecia entre los Yoruba de Nigeria. La aceptación de las tribus patriarcales se condicionó al sometimiento de estas al poder supremo de la Diosa - Madre Ngame o Diosa Luna y por tanto aceptando el poder supremo de su sacerdotisa. Las nuevas tribus debían proporcionar como tributo a la sacerdotisa un compañero anual como Rey-sagrado, necesario para la ejecución de los ritos de la fertilidad. Al acabar el año, el Rey debía ser ritualmente sacrificado y sustituido por otro, siguiendo el ciclo de muerte y resurección que vemos en la naturaleza vegetal. Una evolución de este tipo de culto se produce cuando algunos reyes sagrados se sienten suficientemente poderosos para evitar ser sacrificados al final de su mandato anual y de ser un simple representante de Odomankona consortes de la Diosa Luna, pasan a ser un verdadero Dios Luna. Al llegar a este grado de la evolución social, el rito se realiza de una forma fingida, y por un día se entroniza a otra persona que ocupara el cargo del Rey durante ese día, al final será sacrificado como sucedía en el rito del Dios fenicio Baal-Hamman. Una vez sacrificado el Rey sustituto, el verdadero Rey podía reaparecer de nuevo y reinar otro año.
           El grado mas evolucionado de este sistema social es el de algunas tribus donde los Reyes-sagrados han conseguido tantas adhesiones o lealtades, (fruto de su prolongado mandato o bien por que los emigrantes han conseguido imponerse a los nativos por la fuerza) que consiguen eludir su sacrifico ritual y perpetuarse. Es entonces cuando se proclaman Dios-Sol, (como hizo el faraón egipcio Akhenaton), independizándose por completo de toda dependencia tutelar de la Diosa Luna y se inician las dinastías patriarcales. A partir de este momento la Luna pasa a ser una deidad inferior y ya nadie podrá discutir el poder del Rey-Sol; el resto de los dioses planetarios, en cuanto que representantes o estandartes de los diversos gremios o estamentos de la sociedad, tienen que rendir obediencia al nuevo Rey-So, del mismo modo que antes tuvieran que hacerlo a la Diosa-Madre-Luna. Es llegado este momento de la evolución social que se abre camino libre para el monoteísmo masculino y aparecen dioses "creadores", capaces de "construir", "formar" un universo mediante algún esquema que englobe alguna forma de racionalidad; no "procreadores", es decir capaces de "parir" de forma espontánea un universo en forma "mágica" sin esquema ni artificio lógico, como se supone que es la capacidad procreadora de la mujer, tal y como se evidencia en el momento del parto.
         Este proceso o evolución en parte social y en parte política se pone de manifiesto en muchos de los mitos que nos han llegado hasta nosotros de la antigua grecia, un ejemplo que lo ilustra es el del segundo nacimiento de Athenea. Como se sabe Athenea, la diosa de las artes, la técnica, etc. era de origen libio-bereber y paso a Grecia quedando como patrona de Athenas después de luchas civiles entre diversos partidos. Athenea era hija de Metis, la Titanide del 4º día, la diosa prehelenica que se había emparejado por la similitud de sus atributos con el Titán del 4º día (miércoles, o cuarta feria), Mercurio o Hermes. Esto viene a significar que la cultura y la técnica, atributos de Athenea eran de origen prehelénico y  titánico (fusión de los conocimientos que tenían los habitantes nativos y los emigrantes de asia menor de religión astral). En el mito Olímpico ( es decir en la redacción del mito como se hizo tras la derrota de los Titanes por los Dioses, una vez el poder de las tribus arias patriarcales es asegurado), Zeus se traga a Metis y Athenea renace de la cabeza de Zeus, dicho con otras palabras, los aqueos (Zeus) hacen desaparecer todo rastro de culto de Metis, una vez que sus partidarios han sido derrotados tras la guerra civil, pero perdonan a Athenea, pues había traicionado a los Titanes y ayudado a Zeus en esa guerra. Pero para no dejar rastro de la dependencia, ni siquiera intelectual, de Athenea respecto de su madre autentica Metis, además de la sustitución del sacerdocio femenino que era tradicional en el culto de Athenea, por otro masculino, elaboran la falsa astucia teológica del segundo nacimiento de la diosa a través de la cabeza de Zeus, es decir que la nueva vida que se concedía a Athenea quedaba justificada como fruto de ese renacimiento, precisamente a través de la cabeza de Zeus y no de otro órgano biológico mas apropiado al caso, como diciéndonos con toda claridad, determinación y patriotismo ario, que los conocimientos y la cultura que debía patrocinar y expandir la nueva Athenea, eran arios pues procedían de Zeus, no de Metis ni de ningún otro origen titánico. Esta reelaboración o falsificación descarada de la historia de Athenea no tiene otro objeto que mostrar el poder ario patriarcal supremo sobre el matriarcal (Metis) y marca el punto de culminación de la evolución entre el ocaso del poder femenino y el surgimiento del poder masculino que se ha simbolizado con la evolución entre el culto a la Diosa Luna y su sustitución por el Dios Sol en diversas culturas cuya relación parece más ilustrativa.
ESTUDIO EN TORNO A METIS:  Un estudio completo de la metis griega abarcaría todos los planos en donde ésta aparece, tan distintos unos de otros como pueden serlo una divinidad acuática, los saberes de Atenea y Hefesto, de Hermes y Afrodita, de Zeus y Prometeo, una trampa de caza, una red de pesca, el arte del cestero, del tejedor, del carpintero, la maestría del piloto, el olfato del político, el ojo clínico del médico, las artimañas de un personaje retorcido como Ulises, las vueltas de un zorro y la polimormía del pulpo, el juego de enigmas y adivinanzas, el ilusionismo retórico de los sofistas. Se trataría de atravesar todo el universo cultural de los griegos en toda su extensión, desde sus más antiguas tradiciones técnicas hasta la organización de su panteón. Opera en todos sus niveles, lo recorre sus múltiples dimensiones, desplazándose continuamente de un sector a otro para descubrir allí, a través de documentos en apariencia heterogéneos, una misma actitud de espíritu, un mismo modelo del modo como los griegos se representaron un cierto tipo de inteligencia 'comprometida con la práctica', enfrentada a obstáculos que debía dominar utilizando la astucia para lograr el éxito en los ámbitos más diversos de la acción.

         En “Los juegos de la astucia” nos encontrarnos que en plano del vocabulario metis designa, como nombre común, una forma particular de inteligencia, una prudencia astuta; como nombre propio, una divinidad femenina, hija de Océano. La diosa Metis, personaje que podríamos creer bastante desdibujado, parece estar confinada a los papeles de comparsa. Primera esposa de Zeus, apenas se encontraba embarazada de Atenea fue devorada por su marido. Relegándola a las profundidades de su vientre, el rey de los dioses puso fin a su carrera mitológica. Sin embargo, en las teogonías atribuidas a Orfeo, Metis figura en primer plano y aparece en el origen del mundo como una divinidad primordial.

         En la larga historia de la metis podemos comenzar interrogando a nuestro primer testigo: Homero. El pasaje de Homero más apropiado para revelar la naturaleza de la metis figura en el canto XXII de La Ilíada, en el episodio de "Los juegos". Todo está preparado para la carrera de los carros. El viejo Néstor, modelo de sabio, consejero experto en metis

prodiga a su hijo Antíloco sus recomendaciones. El muchacho es aún muy joven, pero Zeus y Poseidón le han enseñado "todos los modos de utilizar los caballos". Por desgracia sus corceles no son muy rápidos; sus oponentes han tenido mejor fortuna. El joven parece encaminarse hacia una derrota. Cómo podría vencer a adversarios que disponen de bridones más rápidos, mientras él conduce animales mucho más lentos. En este contexto es donde está en juego la metis. Poco favorecido por sus corceles, Antíloco, como verdadero hijo de su padre, porta en sus alforjas más artimañas de la metis de lo que pueden imaginar sus oponentes. "A ti, pues, hijo mío -le dice Néstor-, a ti compete ejercitar una metis múltiple para no dejar escapar el premio". En el caso de Antíloco, su metis de auriga le sugiere una maniobra, más o menos fraudulenta, que va a permitirle invertir una situación desfavorable y triunfar sobre otros más fuertes que él. "Quien conoce diversas tretas, incluso aunque conduzca caballos mediocres, se alzará con la victoria."

Por insustancial que pueda parecer, el episodio ilumina, sin embargo, ciertos caracteres esenciales de la metis. En primer lugar, la oposición entre el empleo de la fuerza y el recurso a la metis. El éxito que procura la metis se reviste así de una significación ambigua: según el contexto, podrá suscitar reacciones contrarias. Unas veces podría verse en él el producto de un fraude, cuando no se han respetado las reglas del juego; otras, provocará una admiración tanto más generosa en cuanto la sorpresa ha sido mayor, pues el débil, contra toda esperanza, ha encontrado en el recursos suficientes como para someter a su arbitrio al más fuerte. En ciertos aspectos la metis se orienta del lado de la astucia desleal, del engaño pérfido, de la traición, armas despreciables propias de mujeres y cobardes. Pero, en otras aparece como más digna que la fuerza; en algún aspecto es el arma absoluta, la única que en toda circunstancia tiene el poder de asegurar la victoria y la dominación sobre el otro, sean cuales fueren las condiciones de la lucha.

Veamos en las obras de nuestro segundo testigo -Opiano- otro aspecto de la metis. En el "Tratado de la pesca " y en el "Tratado de la caza" somos introducidos en un mundo de trampas. Trampas son los anzuelos, las redes, las nasas, los lazos y los garlitos, e incluso trampas son también, en cierta manera, los animales y los hombres que aparecen, a su vez, como cazadores o presas. En todos estos tratados hallamos continuamente los vocablos 'dolos', 'techné' y 'mechané', asociados al de metis. No es norma universal que el pez grande se coma al chico: "aquellos que no han sido provistos de algún aguijón acerado para defenderse poseen como armas los recursos de su inteligencia fértil en ardides y estratagemas y logran que perezca -por ejemplo- un pez que por su talla y su fuerza les es muy superior. Los débiles y frágiles no están vencidos de antemano. Los cangrejos de río son pequeños y su fuerza, escribe Opiano, guarda relación con su talla." Sin embargo, gracias a sus artimañas, aciertan a matar al lucio, uno de los peces más vigorosos.

La obra, llena de ejemplos junto con el sagaz análisis que de los mismos hacen los autores causa admiración y sorpresa al neófito en este mundo de la metis griega.

En "Los combates de Zeus" encontramos otro nivel de la metis. Las divergencias entre las dos tradiciones legendarias no hacen más que subrayar con fuerza la constancia del tema de la astucia en el corazón de los mitos de soberanía Hesíodo y Esquilo están de acuerdo al reconocer en Prometeo este mismo tipo de inteligencia retorcida, esta misma potencia falaz que los griegos designan con el nombre de metis. Para uno y otro, el titán no es solamente el prodigioso malvado, capaz de encontrar una salida incluso a lo inexplicable, el maestro en ardides y en proyectos fraudulentos, que guarda siempre en su cabeza su ciencia de trampas y  celadas; es también el único que puede competir en astucia con Zeus, utilizar con el engaño, oponer al rey de los dioses metis contra metis.

En Esquilo explícitamente el tema del dolo -a la vez astucia, trampa y lazo mágico que se opone a la simple fuerza y confiere el éxito en las luchas por la soberanía se encuentra en todos los relatos míticos de los combates que Zeus debe sostener para alcanzar la cúspide del poder. o como el 'sueño' -hypnos- es una divinidad poderosa y temible. Lanza sus mágicas redes sobre todo ser animado, sobre el pensamiento más rápido y el más ágil de los espíritus; todo ser que se mueve, y tan pronto como a aquel te viene en gana, es ligado con sus cadenas invisibles, semejantes a las que su hermano gemelo, 'Thanatos' -la muerte- aplica a los mortales para no librarlos jamás. Sólo existe una divinidad contra la que su poder de atar se muestra impotente, puesto que la metis de ese dios no conoce el reposo ni el desfallecimiento. "Pero a Zeus, hijo de Crono, no puedo acercarme ni dormirlo, salvo si me lo ordena él mismo."

Las armas humanas de la metis -redes, nasas, trampas, lazos, cepos, todo aquello que es trenzado, tejido, urdido, ajustado o maquinado- tienen como réplica en el universo de los dioses la ligadura mágica, invisible, irrompible. Un ser divino no puede perecer; solamente ser atado.

Así, una tradición órfica pinta a Crono tumbado y roncando después de haber probado la "pitanza engañosa" que Zeus te había hecho gustar engañándole con el atractivo de la miel, o balanceando indolentemente su cabeza encadenado por los lazos de Hypnos, que domina a todos los seres.

Para Opiano las sepias ponen en práctica su estratagema de la manera siguiente: ponen cerca de la cabeza la tinta negra, licor más obscuro que la pez, especie de filtro mágico que provoca una nube tenebrosa. Cuando lanzan esta bruma nocturna, "la negra nube de ese líquido enturbia el agua en todo su alrededor y disimula los caminos del mar", "al mismo tiempo que hacen imposible toda visión". De esta manera, a través de la aporta que ellas mismas han creado, las sepias encuentran su propia salida. "Se escapan rápidamente a través de la vía que ellas crearon." Es curioso encontrar en este texto de Opiano, a propósito de la sepia que extiende por la noche en el seno de las aguas, la conjunción de los sentidos de "poros": por una parte, el medio para salir de una dificultad, estratagema de un ser astuto dotado de metis; y por la otra, camino, paso, travesía.

Otro nivel o modalidad de la metis; se refieren al contacto de la inteligencia astuto de carácter técnico y de origen mágico que es en donde viene a situarse la invención del bocado y su víctima, Pegaso. Conforme a la tradición hesiódica, el caballo que se resiste ante Belerofonte es un animal maravilloso: Pegaso es hijo de la Gorgona. Nacido en la frontera donde brotan las aguas ctónicas, Pegaso es una criatura de Poseidón, cuya imagen mítica se sitúa en un conjunto de representaciones que se extiende desde Gorgo, de cabeza equina, hasta Demeter Erinys de Talpusa. Aparece aquí el caballo como potencia ctónica, orientado hacia el mundo infernal y las fuerzas de la fecundidad que ocultan las aguas dulces y las fuentes saltarinas; el fulgurante palafrén asociado a los vientos, a las nubes, a las tempestades; el caballo en cuanto animal belicoso, como potencia guerrera. Jenofonte emplea a propósito de un corcel nervioso y lleno de ímpetu el epíteto "gorgós": terrible, inquietante. En este contexto hipológico, el vocablo comporta una cierta ambigüedad. Ciertamente -como lo notan algunos lexicógrafos- es cualidad propia del caballo de raza tener un ojo lleno de fuego. El mismo adjetivo cubre un campo semántico mucho más vasto "gorgós" connota otros valores, como el

fulgor de las armas, la virtuosidad deslumbrante del atleta, el furor guerrero que transforma un rostro humano. En la palabra "gorgós" se contiene la imagen de una mirada de gorgona que descubre el dominio de las fuerzas demoníacas, y coincide con lo que Jenofonte --en el mismo tratado de hipologiá- llama "un no sé qué de misterioso" -daimónión ti- que equivale casi al margen de incertidumbre que un valiente comandante de caballería puede admitir en el arte ecuestre.

Todas estas indicaciones sugieren que la Gorgona traduce en el pensamiento griego un aspecto esencial del caballo. Por toda una serie de comportamientos, por su nerviosidad, sus relinchos, por la espuma de su boca y el sudor de su pelambre el caballo aparece como un animal misterioso e inquietante; es una fuerza demoniaca.

En el pensamiento religioso existe entre el caballo negro de furor, la Gorgona y el poseso afinidades muy notables que algunos helenistas -Jeanmaire entre otros- habían notado desde hace tiempo. El poseso es 'como montado' por una potencia misteriosa que le gobierna con bridas y los sonidos desarticulados que poseen ciertos epilépticos evocan el relincho esa terrible risa del caballo-; en su rostro convulso creeríamos reconocer la máscara de la Gorgona. Jenofonte lo expresa en términos explícitos: "los posesos manifiestan la mirada monstruosa de la Gorgona, una voz terrible, una fuerza sobrehumana. Cuando Orestes se ve amenazado por la obscura presencia de las Erinias, hermanas de la Gorgona, se siente como arrastrado por caballos desbocados. "Es como si mis caballos, en el giro de la pista se salieran de ella repentinamente". Vemos captado el pensamiento griego referido a la metis en la disputa de Atenea y Poseidón: "la inteligencia de un auriga dotado de metis es el verdadero gobernalle que dirige el carro" recurriendo a una fórmula inédita de dos carros enfrentados en lugar de dos caballos que colaboran en mismo tiro. Este plenamente la diferencia de medios de acción que fundamenta la pareja de Atenea y Poseidón en el ámbito ecuestre.

        Siendo Atenea la que inventó el primer navío conocido por los hombres, ya fuera el de Danao o el que sirvió de embarcación a Jasón y a sus compañeros. En fin, múltiples indicaciones nos hablan de una Atenea singular que lleva el nombre de un ave marina: Aíthyía. A partir de estos últimos datos y buscando precisar la naturaleza de este pájaro es como podríamos dibujar los primeros trazos del contorno en que van a inscribirse los diferentes rasgos de una rica del mar.

        Ya en los primeros principios de su descripción de Grecia, Pausanias señala en la costa de Megara la existencia de un promontorio que domina el mar. Es la atalaya de Atenea Aithyía. Enseñar a navegar, abrir un camino sobre el mar, apartar la luz en una noche tempestuosa son otras tantas modalidades de intervención que podrían parecer disparatados y a primera vista incompatibles con Atenea. Ahora bien, son precisamente estos medios de acción los que vienen a ilustrar los datos míticos y las tradiciones épicas relativas a una Atenea marina.

        Mostrarse previsor, dar pruebas de constante vigilancia, gobernar la nave por el mejor rumbo, tales son algunos de los aspectos esenciales de la metis del navegante. "Ningún marino -señala Platón- puede conocer el secreto de la cólera o de la benevolencia del viento; por eso debe permanecer sin cesar al acecho, sin dejar dormir jamás a sus párpados". "Si el piloto quiere realmente mostrarse hábil dirigiendo su embarcación, debe necesariamente prestar toda su atención al tiempo, a las estaciones, al cielo, a los astros y a los vientos".Ahora bien, todas las intervenciones de Atenea se sitúan al lado de su inteligencia artera y técnica, en la cual, la hija de Zeus puede legítimamente reconocer un reflejo de su propia metis.

       La Atenea del mar -"corneja marina"- como la blanca diosa Leucotea, no aporta al navegante una salvación absoluta y misteriosa; su acción no se afirma tampoco en ese juego contrastado del blanco y del negro que caracteriza a la intervención de los Dióscorus. Ya se ponga al lado del piloto para abrirle un camino sobre el mar o envíe un ave, instrumento eficiente para franquear los abismos, Atenea se manifiesta en el mundo marino por el ejercicio de una inteligencia navegadora que sabe trazar su rumbo correctamente sobre el mar actuando con astucia frente a los vientos y el movimiento de las olas.

Artesanos metalúrgicos de deletérea mirada, de rasgos perpetuamente malvados. Potencias primordiales en las tradiciones rodias, los telquines se hallan en el centro de una configuración mítica que en el orden sintagmático despliega los episodios de sus aventuras en Rodas y Ceos, y en el paradigmático muestra el conjunto de conexiones y relaciones que los asocian, por una parte, a las divinidades metalúrgicas vecinas: Sintios, Dactilos, Cabiros y Hefesto, y por otra, a las potencias primordiales del elemento marino: Proteo, Tetis y Psametea.

Pero, ¿qué son los telquines? Los telquines son hijos del mar, sus aventuras se localizan en las islas como Rodas o Creta; aparecen finalmente, como seres anfibios que a lo largo de su metamorfosis adoptan la forma de animales marinos. "Se parecen se nos advierte unas veces a démones, otras a humanos, finalmente, a peces o a serpientes."

Sin entrar en el detalle de los problemas textuales que plantea el tenor de este testimonio podemos resumirlo en los siguientes términos: ciertos telquines no tienen brazos ni piernas y sus dedos son palmeados como los de un pato. Se dice también que poseen una mirada brillante y cejas negras. Si este último rasgo hace referencia, evidentemente al poder mágico de los telquines, los otros dos dibujan en su complementariedad una forma animal que viene a ilustrar la capacidad metamórfica de estos seres, más precisamente las últimas formas evocadas por Suetonio: peces o serpientes. “Estar desprovisto de brazos o piernas era para los naturalistas antiguos un rasgo característico de los peces, esos animales cuyo cuerpo es un tronco continuo desde la cabeza hasta la cola”. Ahora bien, los seres pisciformes de los que habla Suetonio poseen también entre los dedos una membrana “como los patos” y sus dedos palmeados se hallan directamente unidos al tronco. Sólo un animal responde perfectamente a esta descripción: la foca, el mamífero pisciforme cuyo cortos pies en forma de aletas natatorias se hallan provistos de cinco dedos, rodeados de piel. En la Historia de los animales Aristóteles describe a la foca como un animal anfibio: "Por una parte, no absorbe el agua, sino que respira, duerme y cría a sus pequeños sobre la tierra firme, manteniéndose cerca de la orilla como si perteneciera al género de los animales provistos de pies, mas por la otra, pasa la mayor parte de su tiempo en el mar; de allí obtiene su alimento y en consecuencia debemos clasificarla en la clase de los animales marinos.” Dividida entre la tierra y el mar, localizada preferentemente en la orilla, en esa porción de tierra que bordea el mar, la foca no puede asumir ese doble género de vida sin gozar de privilegios morfológicos que la autoricen a formar parte del género de los peces al igual que del de los animales terrestres.

       Insistiendo: Aristóteles insiste sobre la semejanza de estos mamíferos anfibios con la especie humana: por una parte la foca alumbra a sus pequeños en cualquier estación, “como lo hacen los hombres”; y, por la otra, “si la hembra se parece a las cerdas por sus órganos genitales, en todo lo demás es como una mujer”. (Jorge Serrano).














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