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jueves, 22 de agosto de 2013

LA DIOSA MADRE EN LAS ISLAS CANARIAS





(Libro inédito)


CAPITULO-XII-I


LA DIOSA MADRE  EN ÁFRICA


Eduardo Pedro García Rodríguez



Unas piedras pintadas hace unos 25.000 años, en Simwawe (Sudáfrica) son las primeras manifestaciones artísticas más antiguas conocidas. Durante milenios los Khoisan fueron dejando sus huellas pictóricas en una extensión de territorio que cubre todo el África austral y zonas del centro del continente. Generalmente reflejan escenas de caza.

Mucho más conocidas son las pinturas rupestres de los montes Tassili N´Ajjer (Argelia), en el desierto del Sáhara. Los yacimientos arqueológicos localizados demuestran la presencia humana en el territorio desde hace 20.000 años a.e.a., no será hasta entre 4.000 y 5.000 años a.d.n.e, que aparecerán las primeras creaciones artísticas. Hasta el presente se han catalogado más de 30.000 pinturas y grabados rupestres que abarcan un periodo de 3.000 (5.000 a 2.000 a.d.n.e), hasta la desertización de la región. Los grabados fueron hechos por los Imazighen (Beréberes) del norte, mientras que las pinturas son atribuidas a pueblos que, más tarde, emigraron hacía la cuenca del Niger.

DAMA BLANCA DE AUANRHET



          Las pinturas representadas en el Periodo Bubalus, consideradas las más antiguas consisten en escenas de gentes que aún se dedicaban exclusivamente, a la caza (búfalos, rinocerontes, elefantes e hipopótamos). Más tarde, durante el cuarto milenio a.e.a., comienzan a domesticar ganado (ovejas y cabras, vacas y posteriormente dromedarios) lo que dejan reflejado en las pinturas del Periodo Ganadero, con escenas de pastoreo, además animales coetáneos como antílopes, orix, gacelas, avestruz, etc. De la época más tardía se han conservado además de pinturas con escenas sociales, diverso arte mobiliario (bailarín enmascarado o Dama Blanca, huevos de avestruz utilizados como recipientes para beber, similares unos encontrados en la isla canaria de Erbania o Fuerteventura, decorados con dibujos geométricos...)

Con la desertización del Sáhara, y durante un largo periodo que puede abarcar más de 2.000 años, grupos de estos pueblos nómadas fueron emigrando hacía el Este llevando con ellos su cultura, apreciándose su influencia en las sociedades emergentes del Antiguo Egipto e incluso en las Islas Canarias. Aunque parece que otros grupos ganaderos se fueron desplazando hacía el África Oriental, no se han encontrado similitudes estilísticas entre por ejemplo, las máscaras de arte del Tassili con las del África Oriental.

La existencia de estatuillas representativas de la Diosa-Madre en África, está contrastada desde el II milenio a.e.a. En lo que respecta al noroeste africano en el inmenso desierto del Sahara abundan los grabados y pinturas rupestres referentes a la Diosa-Madre, además de representaciones zoomorfas son una prueba de que en el continente donde surgió la humanidad, posiblemente fue el lugar donde se inició el culto a la divinidad. Hasta hace unos 8.000 años una extensa sabana ocupaba lo que hoy es el desierto, en ella proliferaba la vida tanto vegetal como animal y desde Mauritania hasta el Senegal los grupos humanos encontraban los medios necesarios para desarrollar la vida.

Hemos concluido que los pueblos Imazighen se vieron forzados probablemente a una emigración masiva, al establecerse hace 6.000 años antes a.e.a., por causas de las condiciones hiperáridas del Sáhara. Se dirigieron hacía Canarias, hacía Oriente Medio y hacía Iberia  y las islas mediterráneas. Parte del patrimonio genético y cultural de Iberia se debe a los imazighen. (bereberes) La lengua ibérica antigua, la vasca (como la etrusca y la minoica) está muy emparentada con la mazigia. ¿Contribuyeron los mazigios al desarrollo cultural de los mediterráneos pre.griegos? Es muy probable que así fuese; los resultados de la genómica histórica y la lingüística no dejan lugar a dudas. (Arnay et al. 2002)

El rico legado de las antiguas civilizaciones mazigias, está compuesto de manifestaciones rupestres, pictóricas y relieves datados entre los años 8.000 y 6.000 a.e.a.

 La temática encontrada en los abrigos y rocas son de los más variados estilos y temas. Abundan las figuras humanas unas con máscaras y otras presentan los cuerpos embadurnados de blanco o pintados con dibujos de líneas, también son frecuentes las escenas de animales en caserías o en rebaños domesticados así como de caza o pastoreo. Son significativas las pinturas denominadas de “cabezas redondas” las cuales son consideradas las más antiguas estimándose que fueron realizadas por pueblos de cazadores que vivían de la caza y la recolección desde el año 8000 a.e.a. Otro estilo de pintura conocido como de “Pastores”, se piensa que los artistas fueron pueblos de pastores que domesticaron a los animales hasta el año 4.000 a.e.a., tal como hemos apuntado. A los pueblos nómadas le son atribuidas las pinturas que contienen escenas de ceremonias y las de “carros voladores” o “galope volador” hasta el año 2.300. Las de “Camellos” serían realizadas hasta el año 300 a.e.a.

En el Sáhara son innumerables los yacimientos arqueológicos con paneles de pinturas y grabados rupestres, especialmente en los macizos montañosos de Hoggar, del Tassile, del Tibesti, del Fezzan etc. En Libia en el Tassile-n`Ajjer, Jabbaren, donde existieron Gorgonas (mujeres guerreras), podemos apreciar una pintura rupestre de una figura femenina de cabeza redonda, en actitud de desplazarse a zancada o danzando, la cual fue calificada por Lhote (1975,19): en Martín-Cano, como “La Dama blanca” de Auanrhet, Inawanghat, Ianouanrhat o Aouanrhet. Esta figura lleva un sombrero en forma de media Luna rodeada de estrellas, tiene rodilleras, falda y brazaletes de flecos, brazos en forma de “W” y de sus manos enguantadas parece que caen chorros de agua. La piel es de color negra y el cuerpo parece estar embadurnado de blanco. También del macizo de Tassili-n`Ajjer, Jabbaren, es otra pintura de figura femenina que posiblemente representa a una Sacerdotisa de cabeza redonda datada en entre los años 8.000 al 6.000 a.e.a. Lleva rodilleras, tobilleras, un cinturón del que cuelgan dos tiras como taparrabos, y tiene un tocado en forma de medialuna. Y transporta algo parecido a un cuenco o cuerno. El cuerno o cuenco está decorado con rayas paralelas y recuerda al cuerno que sostiene la mujer Chamán de Laussel, datada en el año 19.000 a.e.a. Del mismo lugar mencionado es una pintura rupestre que aparentemente representa a un grupo de mujeres agricultoras inclinadas sembrando, próximo al lugar  anterior se pueden ver otro panel con dos mujeres agricultoras que portan el palo excavador o bastón para la siembra.

En el Chad, montes Ennedi, se puede ver un yacimiento rupestre que muestra a varias mujeres desnudas portando el palo excavador, los cuerpos que presentan grandes adiposidades aparecen totalmente tatuados con líneas que asemeja surcos, simbolizando quizás los campos arados.

En el macizo de Aïr de Niger un yacimiento de grabados rupestre nos muestra un conjunto de figuras femeninas asociadas a una jirafa y dos figuras de animales, las féminas los cuerpos están compuestos por dos triángulos con los vértices invertidos, los brazos forma “W” y las cabezas son flores de tulipán. El conjunto está realizado con la técnica de piqueteado, mediante la cual se desprendió la pátina de la roca para formar las figuras. Este panel esta datado en 2.500 años a.e.a.

En Zimbabue, (ex Rodesia del Sur) se halla una pintura denominada como “Dama Blanca” de Damaraland, representa a una cazadora que porta arco y flechas y una flor en la mano izquierda, está asociada a otros dibujos.

La similitud de ambas figuras con la Dama Blanca de Auanrhet es evidente, para explicarlo, Campbell (1991,434-5) apunta que: “...con la desecación del Sáhara y la partida de la numerosísima caza, durante el cuarto milenio a.D., los capsienses y su arte pictórico se trasladaron hacía el sur, donde su influencia se pude encontrar en los diferentes estilo de Rodesia del Sur:.. la ahora famosa y aún más misteriosa “Dama Blanca” de Damaraland...”

La arrolladora penetración de los ejércitos musulmanes en el Norte de África, con su terrible carga de fanatismo islámico enemigo acérrimo de cualquier manifestación artística de las divinidades por una parte, donde los pueblos invadidos se les ofrecía dos opciones simples, o aceptar el Islán o peder la cabeza, y posteriormente, los intentos de penetración de los católicos y protestantes portando una dosis no menor de intolerancia religiosa, arremetieron despiadadamente contra cualquier manifestación externa de las antiquísimas creencias del pueblo mazigio y de los otros pueblos del continente. Como consecuencia de estas agresiones las representaciones estatuarias fueron masivamente destruidas, por lo que son pocos los ejemplos de esculturas referentes a la Diosa-Madre en el continente. Aún así, podemos observar que las estatuillas básicamente tienen las mismas formas que otras encontradas en otros continentes lo que nos hace suponer que estas figurillas acompañaron al hombre en sus migraciones desde tiempos remotos, retornando milenios después a su lugar de origen con ligeras variantes en las formas producto del avance de las diferentes culturas.

A pesar de lo expuesto podemos admirar algunas manifestaciones de estatuillas antropomorfas de la prehistoria africana, algunas de las cuales son de factura relativamente recientes ya que están datadas en el II milenio a.e.a. Estas figurillas son exclusivamente femeninas al igual que en el resto del mundo, perteneciente a la civilización paleo-africana y representan a la gran Diosa-Madre. Han sido realizadas en piedra y terracota y proceden de tumbas. La idea extendida en el mundo neolítico de que, al estar el difunto acompañado de la representación de la gran Diosa-Madre, ésta con su poder les concedía la resurrección, han hecho posible la pervivencia de estas figurillas testimonios de la firme creencia en la vida después de la muerte en el hombre del neolítico.

               En el Sáhara se encontraron ocho cabezas en un yacimiento de Tabelbalet, Argelia. Son pequeñas tallas en piedra de la Diosa-Madre, ésta aparece grabada en forma de un cono y confundida con el mismo, muy semejantes a los neolíticos franceses.

            Otra figurilla de formas singulares tiene triángulo pubico, mamas, brazos como alas e inscrita en un rombo (ambos elementos son atributo de la Diosa Tanit), hallada asociada al rico ajuar de  la tumba de,  Tin Hinan la heroína del pueblo tuareg.

Los hechos históricos con el transcurso del tiempo suelen tomar tintes de leyenda y viceversa, como es sabido se llega a un punto en que se hace difícil separar lo que de historia real o de leyenda nos presenta una narración sobre todo cuando esta no fue recogida mediante la escritura cuando se produjeron los hechos, sobre todo si estos tuvieron lagar hace 1.600 años.

Esta es la situación en que nos encontramos cuando nos enfrentamos con la pervivencia de un aspecto de la Diosa de origen reciente. Para los Tuareg actuales la creadora primigenia fue Tin- Hinan, “la de las tiendas”, en lengua  tamazig. La historia de esta Diosa-Heroína es relativamente reciente: Hace 1.600 años una esbelta mujer decide abandonar su residencia de Tafilalet en el suroeste del Atlas en el actual Marruecos, montada en una camella blanca y acompañada de su fiel criada Tamakat y un séquito de esclavos negros emprende un viaje que le llevaría hasta Abalessa al sur de Argelia, en pleno corazón de Sáhara Central. Tin-Hinan portaba en la caravana una gran cantidad de mercaderías además de sus joyas personales las cuales eran cuantiosas. La princesa llegada del Atlas se estableció en el entonces fértil Valle de Abalessa, que aún hoy conserva una serie de doce antiguos y destartalados pozos recuerdo de pasados tiempos más halagüeños. Las leyendas tanto la tuareg como la islámica nos sitúa a la intrépida princesa ocupando el paradisíaco lugar junto al oasis donde creó su reino y permaneció hasta su muerte. Llegó con una hija llamada Kella y allí engendró con los dioses a tres hijos más que se llamaron Tiner, Takenkor y Tamerouelt, quienes dieron origen a una de las razas más incógnitas del planeta los Tuareg, término que quiere decir “hombres libres”. Una raza de tribus nómadas que extendió su poder por toda África central, donde siempre han sido temidos y respetados.

IMAGEN IDEALIZADA DE TIN HINAN



Los Tuareg han guardado con veneración de generación en generación el recuerdo de su filiación materna, al igual que han guardado su tumba durante dieciséis siglos en un túmulo sobre una pequeña colina próxima al oasis, y que es el monumento más importante del Sáhara central. La tumba sirve de centro a una pequeña necrópolis donde prácticamente al mismo nivel fueron construidos otros doce enterramientos en forma de pequeñas torres, entre los que
fue descubierto el esqueleto de un niño, y  que fueron descubiertas para los europeos en 1932.

Según la versión de algunos investigadores el conjunto en su origen fue una vivienda convertida después en fortín, y las tumbas que aparecen en los alrededores de la misma son posteriores, siendo posible que la veneración hacía Tin-Hinan o la práctica de algún rito desconocido, motivara el enterramiento en el lugar de algunos Tuareg prominentes. El lugar ha sido centro de peregrinación para los hombres azules, quienes acostumbran a pasar la noche en absoluto recogimiento recostados sobre la tierra reseca de las laderas de la colina sagrada en actitud de custodiar a la vez que adorar el interior, santuario de la Diosa.

Los arqueólogos franco-americanos Reygasse y el conde Byron de Prorok inician las excavaciones de  la necrópolis de Abalessa situada a cincuenta kilómetros al N-E de Tamanrasset, y anos doscientos cincuenta kilómetros de la cordillera del Tassili, en la frontera con Libia, encontrando la tumba de Tin-Hinan sacando a la luz aspectos desconocidos e insospechados de las ruinas, del oasis, de la historia y geografía del territorio y sobre todo de la existencia y origen de la princesa Tin-Hinan la Diosa-Madre del pueblo Tuareg.

Las catas iniciadas por Prorok dieron como resultado la puesta al descubierto de varias salas vacías con muros de unos espesores entre 1 y 4 metros; finalmente centró la excavación en una de las once salas que componen el monumento funerario o palacio de Tin.Hinan. Se trata de una estancia de 5 por 4 metros de base y 2 de altura. La sala estaba vacía, más su suelo estaba cubierto por losas, lo que no sucedía en las otras estancias: seis enormes losas,de varias toneladas de peso, que fueron transportadas a la cima del túmulo inexplicablemente.

ESQUELETO DE TIN HINAN




Al levantar una de las losas apareció bajo ella otra sala, una estancia de 2´30 por 1´50 de altura. La luz del ardiente sol del desierto alumbró la presencia de un esqueleto completo. Por fin, los restos de la bella princesa Tin-Hinan habían sido hallados; y con ellos, desvelados algunos de los secretos de su vida y su divinidad. El ambiente seco del desierto había conservado el esqueleto en excelente estado. El ajuar funerario estaba compuesto por siete brazaletes de plata en el brazo derecho, ocho en brazo izquierdo. Sobre el pecho un anillo y una hoja doblada de oro. Su pié derecho se encontraba rodeada de bolas de antimonio, y en el izquierdo llevaba cinco perlas de metal y piedras preciosas. A la izquierda de su pelvis se encontraban una treintena de perlas de diversos colores; y perlas blancas y restos de un traje de cuero sobre su pecho. Junto al esqueleto se encontró la estatuilla de una mujer estilizada con sus órganos sexuales representados con gran realismo. La postura es similar a la que presentan otras figurillas prehistóricas encontradas en Mesopotamia, China, Oceanía y en América, representativas de la Diosa de la naturaleza.

IMAGEN DE LALLA AZIZA


             A pesar de que oficialmente todo el pueblo mazigio del continente africano profesa la religión islámica, determinados pueblos continúan practicando antiguos ritos que no son aceptados por el islamismo, así tenemos por ejemplo la adoración a una santa que profesa el pueblos Seksawa, de las estribaciones del SW del alto atlas, donde el idioma está arabizado para cuestiones culturales y religiosas, no se rinde culto en esta lengua cuando se realizan los sacrificios rituales en honor de la “Santa popular” Lalla Aziza, durante el mes de julio, santa considerada símbolo de la resistencia antimerínida cuyo culto se remonta al siglo XIV. Según José Matas: “Durante la ceremonia se pone de manifiesto una gran tensión, que experimenta un notable incremento cuando se clava el cuchillo en el cuello del animal sacrificado. En este mismo instante, todos los presentes se abalanzan sobre la victima para agredirla con gestos violentos aunque sólo sea fingiendo un golpe con el brazo en alto. Algunos se tiñen la cara de sangre y la mayoría alcanzan un estado de semiposeción. Después responden a invocaciones cantadas en un intento de traer buenos auspicios sobre la comunidad y de obtener el favor de Lalla Aziza.” (José Matas, 1981:280)

De entrada, resulta obvio que el Islam jamás reconocería una santidad y un protagonismo femenino como el de Lalla Aziza. Pero J. Matas lo contextualiza un tanto distorsionadamente: “Practicas como la anteriormente descritas corresponden a diversas supersticiones locales que “complementan” o simplemente se añaden a las demás practicas propias de la religión musulmana comunes a todos los bereberes”. Este autor reduce a mera superstición lo que para el pueblo mazigio es una evidente manifestación de religiosidad. Quizás su equívoco provenga de la idea preconcebida de que el ámbito de lo religioso sólo lo expresan en árabe. Además, ésta no es la única forma de religiosidad bereber o amazigh, arraigada hondamente, al igual que otras que socialmente son subterráneas o íntimas, que acaban en el cajón de las supersticiones o de lo detectado por el investigador por pertenecer al ámbito de la intimidad personal y, por consiguiente, al lado oculto de la esfera cultural y del comportamiento humano. O dicho de otra manera, ignoradas y por tanto discriminadas de los análisis de lo religioso, lo cual permite seguir hablando de islamización neta entre los amazigh.

En Sain-Donat, Argelia, en la región de Constantina también se han encontrado vulvas grabadas en las rocas, símbolos divinos de fertilidad, así como Kerkús, mazigios en forma de túmulos cónicos, representación de la Diosa de la muerte similares a otros existentes en diversas cuevas de las Islas Canarias. 

Los ídolos hermafroditas similares a los aparecidos en Europa, Asia, América y Oceanía, tienen su equivalente en el encontrado cerca de Thiaroye-sur-Mer o Thia Roye, Dakar, Senegal, esculpido en un guijarro de gresita, con torso paraboloide y grabados de puntos y trazos y triángulo púbico.

En Sudán, también nos ofrece extraordinarias esculturas femeninas localizadas en yacimiento de Nubia, al norte de Sudán, estas figurillas están datadas entre los años 1.900 a 1.550 a.d.n.e. Entre ellas: El bello y moderno torso embarazado encontrado en Kadada con dibujos de líneas paralelas; una figura con cara zoomorfa, brazos como alas, hallada en la tumba de una joven en la fortaleza de Aniba; Otra sentada con brazos como alas, grandes adiposidades en muslos y escarificaciones en el vientre y piernas en formas geométricas de líneas en zig-zag, también localizada en Aniba: Otra más simplificada embarazada, con collar y cabeza de oveja, que la identifica con la Diosa Tierra de Askut. El doctor Bethencourt Alfonso, describe unas estatuillas similares para el sur de la isla de Tenerife. (Islas Canarias)

El Lago Chad es rico en yacimientos arqueológicos del pueblo Sao. Una de las partes más ricas de yacimientos lo aporta las abundantes estatuillas femeninas y los objetos de barro decorados con espirales. Una las más significativas de estas figurillas es un ejemplar de color rosada con enorme boca, collar, escarificaciones de espigas en aspa o motivo de “X”.

Nigeria, nos aporta con la civilización de Nok, de la región norte, desarrollada entre el año 600 a.d.n.e. al 500 d.n.e., se han localizado por exploradores ingleses por primera vez en el año 1928, en minas de estaño terracotas antropomorfas de rasgos negroides, provistas de peinados de gran sostificación y de pelucas, como la figura femenina con ojos triangulares, pupila y nariz horadadas, boca con labio superior elevado con mamas en la cabeza como sombrero de Jema, datada en el año 250 a.d.n.e.

Sin duda alguna la mayor cantidad de estatuillas de la Diosa-Madre, pertenecen a sus enterramientos. No son sólo vestigios materiales de culturas desaparecidas o sincretisadas, sino también manifestaciones de la concepción de su existencia en un periodo histórico en que la esperanza de vida no era muy elevada y la lucha por sobrevivir era intensa. En estos yacimientos hablan más de lo que parece de un mundo donde los aspectos de la vida material y espiritual estaban íntimamente unidos.

La religión es una situación anímica del individuo siendo esencialmente moral y filosófica, por ello, es difícil que llegue hasta nosotros pruebas tangibles y concretas de sus ideas, pero por lo general las creencias se asientan en objetos materiales como símbolos sagrados sobre los que se proyecta estas ideas profundas consiguiendo así que lo espiritual sea más cercano y aprehensible. La necesidad de los seres humanos por comprender su existencia y destino final se manifiesta en diferentes objetos, enterramientos y monumentos funerarios.



REPRESENTACIONES DE LA DIOSA-MADRE EN ÁFRICA




Según la arqueo astrónoma Francisca Martin-Cano Abreu

TÉRMINOS Y RITOS RELACIONADOS CON EL MUINDO  ESPIRITUAL EN ÁFRICA NEGRA.

Alma libre. En Europa no imperó la creencia monoanimista, defendida por los teólogos, hasta la Edad Media (en las zonas rurales más tarde aún). Hasta entonces, la idea que predominaba, al igual que en la mayoría de los lugares del mundo, era que el hombre tiene dos almas: el alma vital, que mantiene en correcto funcionamiento las funciones orgánicas (respiración, circulación de la sangre, etc.) y responsable a su vez del calor corporal y de la capacidad de movimiento; y el alma libre, que con frecuencia es localizada debajo de la parte superior del cráneo y que alberga la conciencia, la capacidad de entendimiento y decisión, y la voluntad. Mientras que el alma vital permanece de forma indisoluble unida al organismo, el alma libre es considerada como puramente espiritual, independiente del cuerpo, al igual que los espíritus y los dioses. Cuando las funciones orgánicas se hallan desactivadas, como en el sueño, durante un desmayo, en el delirio, etc., el alma puede separarse de su envoltorio físico y viajar al otro mundo. Lo que allí ve y experimenta lo transmite al hombre en forma de sueños y visiones. Tras la muerte se va al más allá con los antepasados para, tal y como casi todo el mundo cree en las sociedades tradicionales, reencarnarse nuevamente entre los suyos pasadas de tres a cinco generaciones. Visto de esta manera, el hombre no es inmortal pero sí lo es su alma libre.
Antepasados. Los espíritus (almas libres) de los familiares fallecidos desempeñan un papel importante entre los poderes del más allá (junto a espíritus y dioses) de las religiones de muchos pueblos establecidos en África, el sureste asiático y Oceanía. Según un principio general, la autoridad aumenta con la edad. Así pues, los antepasados (desde los más antiguos, fundadores del pueblo) disfrutan del rango más alto, por encima del más viejo de sus descendientes, aunque por debajo de los dioses y de la deidad creadora y superior, como el más antiguo de todos. Los espíritus, al igual que los ancianos con vida, aconsejan a los suyos (en sueños), se preocupan de que sigan el buen camino, les brindan la fertilidad de sus animales y sus campos, y vigilan que sus descendientes se mantengan fielmente dentro del orden transmitido de generación en generación. Las personas negligentes reciben advertencias en forma de signos y pequeñas desgracias, los culpables se ven afectados por enfermedades, accidentes, pérdidas materiales o la muerte. Así pues, todos tienen un desmesurado interés en que su relación con ellos sea fluida, sin perturbaciones, lo que se consigue mediante el culto a los antepasados. Las oraciones y las ofrendas de alimentos y bebidas realizadas con regularidad también ayudan, al igual que las invitaciones a las fiestas familiares más modestas o a las grandes fiestas comunitarias, durante las cuales se les recuerda con respeto, se les agasaja generosamente con cánticos y danzas y, como despedida, se les ofrecen ricos obsequios. 

Brujería. Complejo representativo difundido por todo el inundo, según el cual determinadas personas (brujas) poseen la capacidad de ejercer una influencia nociva sobre sus congéneres, y que con frecuencia también pueden utilizar las plantas medicinales y la videncia, o incluso el mundo sobrenatural. Cualquier tipo de desgracia, sea una enfermedad, una esterilidad, una riña, la pobreza, una muerte temprana o catástrofes naturales, se debe a su desastroso efecto. Cuando se repiten las desgracias (serie) se cree que es cosa de brujería. Las brujas deben su capacidad de provocar la falta de salud a una sustancia inherente a ellas, la “fuerza de las brujas”, que con frecuencia se transmite hereditariamente en determinadas familias y que aumenta su poder al aumentar la edad: los brujos son generalmente adultos, mayoritariamente mujeres, los cuales lesionan a sus parientes más allegados. En parte también inconscientemente, actuando, como quien dice “intuitivamente”, las brujas reparten su acción distorsionadora en secreto, con frecuencia en unión con otros brujos, con los que se reúnen para celebrar orgiásticos banquetes con danzas, llamadas “aquelarres”. 

Culto de posesión. Formas difundidas por todo el mundo, sobre todo en sociedades coloniales de poca cultura, (los servicios religiosos colectivos (raramente en “iglesias” establecidas y organizadas), en los que la posesión es utilizada como medio para la comunicación con determinados poderes espirituales (antepasados, espíritus, divinidades), los cuales desempeñan un papel central. Entre los cultos de posesión más conocidos se encuentra el bori (Hausa), zar (entre otros en Egipto, Etiopía y Sudán), vodun o vudú (oeste de África y Hauí), kronianti (Jarnaica) y candomblé (Brasil), que con frecuencia imponen a sus miembros un comportamiento social especial, orientado a los planteamientos morales propios, con estrictas normas de ingreso y participación, rituales específicos, normas propias de culto, acólitos y, sacerdotes (con frecuencia con una estricta y escalonada jerarquía), los cuales como médiums experimentados dirigen el culto. Los participantes en el culto, que generalmente pertenecen a un determinado grupo étnico o social, también con frecuencia son, por ejemplo, personas con una posición marginal frente a la religión “oficial” (mujeres, hombres homosexuales, trasvestidos) y concurren regularmente para el trance de la danza, sacrificios o para introducir adeptos en el culto. Por regla general, estos últimos son “elegidos” por los correspondientes poderes espirituales, mediante el envío de determinadas “señales”, especialmente enfermedades. Mediante la iniciación en el culto de la posesión, los “elegidos” se convierten en el “señor de la enfermedad”; para ello se comprometen a ceder su cuerpo en el futuro (durante el trance de posesión) de forma voluntaria a los poderes espirituales. Los cultos de posesión aparecen con frecuencia en las sociedades rurales y urbanas, en las que el colonialismo y las misiones -más actualmente la industrialización, urbanización masiva y una creciente presión desculturizadora- han llevado a estas sociedades a problemas económicos y de identidad. El sincretismo desempeña siempre un papel decisivo en la aparición de estos cultos.
Dioses protectores, espíritus protectores. Seres espirituales asociados a un lugar, a una persona o a un gru­po a quienes protegen (sí se comportan de forma ade­cuada y realizan correctamente los rituales) del peligro y los estímulos negativos. Los espíritus protectores que los hombres jóvenes adquieren en el curso de una búsqueda visionaria -con frecuencia larga- en el aislamiento, son conocidos sobre todo por muchos indios norteamericanos a través del chamán. En África, además de los dioses protectores personales existen los territoriales, desde los propietarios espirituales de un campo, un trozo de selva o un poblado hasta los dioses protectores de una región entera. Estos dioses no están con frecuencia relacionados entre ellos jerárquicamente, siguiendo la pauta de la sociedad humana. Los más poderosos entre ellos legitiman con frecuencia el poder político, delegando parte de su autoridad en el dirigente político del momento, que al mismo tiempo es su sumo sacerdote. Estos importantes dioses protectores son honrados con diversas ceremonias a lo largo del año; los “menores” reciben ofrendas para la utilización de un campo o cuando hay que construir una casa, o antes de la caza. 

Etnología. Vocablo formado por las palabras griegas etnos (tronco, pueblo) y logos (ciencia). Este término apareció en Europa a finales del siglo XVIII y se refiere al estudio de las culturas y la historia de “lo tradicional” (ya que la vida está estrechamente unida a la tradición); es decir, pueblos premodernos, de culturas primitivas, que hoy día también forman parte de las sociedades modernas (grupos infantiles, laborales, urbanos, sociedades, asociaciones, minorías, etc.). Por el contrario, el concepto de “etnografía”, palabra formada también por los términos griegos ethnos y graphein (escritura), se ocupa más en sentido estricto de la “descripción de la población”; es decir, la representación de la cultura de un determinado grupo étnico (sociedad local, clan, pueblo) con motivo de una o más investigaciones en el lugar. Debido a la enorme amplitud del motivo de estudio, hoy en día la especialidad se divide en múltiples subdisciplinas, como por ejemplo la etnobotánica, la etnogerontología, la etnomedicina, la etnopedagogía o la etriofilosofia, que se ocupan de las bases del conocimiento y planteamientos de las sociedades tradicionales. 

Fetiche. Denominación habitual en la época de los exploradores para los amuletos de los marinos portugueses (fetico), que después pasó a aplicarse a cualquier objeto que los europeos veían utilizar a los habitantes de las costas africanas, y que de alguna manera parecían estar relacionados con prácticas o conceptos mágicos o culturales. En ausencia de una denominación más exacta, “fetiche” es desde entonces el término habitual, debido a las teorías relacionadas con éste en el pasado (la etnología religiosa vio en la creencia en los fetiches, el “fetichismo”, una etapa previa a la religión), principalmente en el siglo XIX, despreciando y desacreditando otras denominaciones, para referirse a objetos fabricados por el hombre, que después de determinadas manipulaciones rituales ostentan un poder personal o fuerzas espirituales. Los fetiches pueden activarse mediante ofrendas y utilizarse con fines mágicos para defensa, curación o progreso. En África occidental, la denominación ju-ju (distorsión del francés jouet, juguete) es sinónimo de fetiche. Los más conocidos fueron sobre todo los fetiches de los ewe y los fon -según se tratara de un objeto (bo) o de una figura humana (bocchio), denominadas así por la población local- y más aún las esculturas de la zona bantú -denominados como fetiches espejo o de uña (nkisi)-, que guardan en su interior una sustancia fortalecedora, generalmente en una protuberancia o una hendidura en la zona abdominal. Por una parte, los fetiches tienen un cierto parecido con los relicarios y por otra con los “muñecos de magia negra” antiguamente habituales en Europa, atravesados también con agujas, mediante los que se podía dañar a un enemigo. No obstante, la mayoría de los fetiches guardan sustancias poderosas, entre las cuales se encuentran con frecuencia piedras, cuernos, pezuñas, dientes, huesos, pelos, piel de animales, etc., aunque también pedazos de tela, suciedad, sangre menstrual, y sustancias tanto impuras como eficaces. 

Hacedor de lluvia. Especialista que invoca o desvía las precipitaciones a voluntad. Sobre todo en zonas áridas (por ejemplo, en la sabana del África occidental) la población depende mucho de la lluvia. A pesar de todo, según la fase del cultivo, la lluvia puede o no ser deseada; por este motivo es importante poder influir sobre las precipitaciones. Por regla general, los responsables de la lluvia son los jefes, quienes hacen ofrendas en la casa de los antepasados o sobre sus tumbas (generalmente animales de color negro) para atraer la lluvia, método legitimado por su estrecha relación con el agua o la posesión de determinados objetos sagrados. Así, los alur (noroeste de Uganda) reconocen como principal hacedor de lluvia al jefe de los ukuru, ya que se encuentra en posesión de las piedras de la lluvia y de la lanza (de metal) de la lluvia. Las piedras colocadas en un río pueden desencadenar la lluvia; y dirigidas hacia el cielo, agitadas de un lado a otro, pueden evitar las precipitaciones. También en otros lugares existen especialistas, que poseen una “medicina de la lluvia”, la cual les permite enviar precipitaciones a sus enemigos en el momento más inoportuno. En ambos casos se benefician también, por lo general, de los tratamientos con magia analógica. Dada su estrecha relación con las precipitaciones, con frecuencia unida a los rayos, también son capaces de dirigir un tiempo tempestuoso contra los que hayan sido declarados culpables de haber cometido delitos graves (sobre todo robo) contra la comunidad. 

Hermandad de sangre. Relación que equivale a la consanguinidad entre dos personas no parientes, por lo general hombres jóvenes, sellada mediante el intercambio bilateral de sangre (beberla conjuntamente o mezclarla a través de cortes) o mediante la realización de una adopción, para la cual uno de los dos roza con la boca el pecho de la madre del otro o simula mediante mímica su nacimiento. La hermandad de sangre implica los mismos derechos y obligaciones en sí que entre hermanos consanguíneos. Sólo en casos excepcionales se produce la hermandad de sangre entre mujeres, como por ejemplo entre los ziba del pequeño reino de Kiziba, en el lago Victoria, África oriental. 

            Herrero. Artesano que trabaja el metal (cobre, oro, plata, aunque principalmente hierro). En las sociedades agrícolas, los herreros tenían una gran importancia, ya que fabricaban las herramientas indispensables para trabajar la tierra, y en las sociedades con ambición expansionista las armas de guerra. Por esta razón, por regla general, despertaban sentimientos ambivalentes: por una parte disfrutaban de una elevada posición y por otra eran despreciados, aunque siempre temidos. Su excepcional posición dentro de la sociedad aparece reflejada con frecuencia en la mitología. Entre los dogon, Amina, el dios creador, formó el primer herrero (djemene) de la sangre y el cordón umbilical de Nomino, sacrificado por él. 

           Así, el primer antepasado de los herreros pertenece a la llamada generación prepaterna, lo que explica la influyente y privilegiada posición de los herreros entre los dogón. Formaban un grupo endogámico, socialmente cerrado, por lo que les estaba prohibido casarse con descendientes de la segunda generación. Dado que los herreros no trabajaban la tierra, llevaban una vida completamente dependiente.

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