(Libro inédito)
CAPITULO-XII-I
LA DIOSA
MADRE EN ÁFRICA
Eduardo Pedro García Rodríguez
Unas piedras pintadas hace unos 25.000 años, en
Simwawe (Sudáfrica) son las primeras manifestaciones artísticas más antiguas
conocidas. Durante milenios los Khoisan fueron dejando sus huellas pictóricas
en una extensión de territorio que cubre todo el África austral y zonas del
centro del continente. Generalmente reflejan escenas de caza.
Mucho más conocidas son las
pinturas rupestres de los montes Tassili N´Ajjer (Argelia), en el desierto del
Sáhara. Los yacimientos arqueológicos localizados demuestran la presencia
humana en el territorio desde hace 20.000 años a.e.a., no será hasta entre
4.000 y 5.000 años a.d.n.e, que aparecerán las primeras creaciones artísticas.
Hasta el presente se han catalogado más de 30.000 pinturas y grabados rupestres
que abarcan un periodo de 3.000 (5.000 a 2.000 a.d.n.e), hasta la desertización
de la región. Los grabados fueron hechos por los Imazighen (Beréberes) del
norte, mientras que las pinturas son atribuidas a pueblos que, más tarde,
emigraron hacía la cuenca del Niger.
DAMA BLANCA DE AUANRHET
Las pinturas representadas en el Periodo Bubalus,
consideradas las más antiguas consisten en escenas de gentes que aún se
dedicaban exclusivamente, a la caza (búfalos, rinocerontes, elefantes e
hipopótamos). Más tarde, durante el cuarto milenio a.e.a., comienzan a
domesticar ganado (ovejas y cabras, vacas y posteriormente dromedarios) lo que
dejan reflejado en las pinturas del Periodo Ganadero, con escenas de pastoreo,
además animales coetáneos como antílopes, orix, gacelas, avestruz, etc. De la
época más tardía se han conservado además de pinturas con escenas sociales,
diverso arte mobiliario (bailarín enmascarado o Dama Blanca, huevos de avestruz
utilizados como recipientes para beber, similares unos encontrados en la isla
canaria de Erbania o Fuerteventura, decorados con dibujos geométricos...)
Con la desertización del Sáhara, y durante un largo
periodo que puede abarcar más de 2.000 años, grupos de estos pueblos nómadas
fueron emigrando hacía el Este llevando con ellos su cultura, apreciándose su
influencia en las sociedades emergentes del Antiguo Egipto e incluso en las
Islas Canarias. Aunque parece que otros grupos ganaderos se fueron desplazando
hacía el África Oriental, no se han encontrado similitudes estilísticas entre
por ejemplo, las máscaras de arte del Tassili con las del África Oriental.
La
existencia de estatuillas representativas de la Diosa-Madre en África,
está contrastada desde el II milenio a.e.a. En lo que respecta al noroeste
africano en el inmenso desierto del Sahara abundan los grabados y pinturas
rupestres referentes a la
Diosa-Madre, además de representaciones zoomorfas son una
prueba de que en el continente donde surgió la humanidad, posiblemente fue el
lugar donde se inició el culto a la divinidad. Hasta hace unos 8.000 años una
extensa sabana ocupaba lo que hoy es el desierto, en ella proliferaba la vida
tanto vegetal como animal y desde Mauritania hasta el Senegal los grupos
humanos encontraban los medios necesarios para desarrollar la vida.
Hemos concluido que los pueblos Imazighen se vieron
forzados probablemente a una emigración masiva, al establecerse hace 6.000 años
antes a.e.a., por causas de las condiciones hiperáridas del Sáhara. Se
dirigieron hacía Canarias, hacía Oriente Medio y hacía Iberia y las islas mediterráneas. Parte del
patrimonio genético y cultural de Iberia se debe a los imazighen. (bereberes)
La lengua ibérica antigua, la vasca (como la etrusca y la minoica) está muy
emparentada con la mazigia. ¿Contribuyeron los mazigios al desarrollo cultural
de los mediterráneos pre.griegos? Es muy probable que así fuese; los resultados
de la genómica histórica y la lingüística no dejan lugar a dudas. (Arnay et al.
2002)
El rico legado de las antiguas civilizaciones
mazigias, está compuesto de manifestaciones rupestres, pictóricas y relieves
datados entre los años 8.000 y 6.000 a.e.a.
La temática
encontrada en los abrigos y rocas son de los más variados estilos y temas.
Abundan las figuras humanas unas con máscaras y otras presentan los cuerpos
embadurnados de blanco o pintados con dibujos de líneas, también son frecuentes
las escenas de animales en caserías o en rebaños domesticados así como de caza
o pastoreo. Son significativas las pinturas denominadas de “cabezas redondas”
las cuales son consideradas las más antiguas estimándose que fueron realizadas
por pueblos de cazadores que vivían de la caza y la recolección desde el año
8000 a.e.a. Otro estilo de pintura conocido como de “Pastores”, se piensa que
los artistas fueron pueblos de pastores que domesticaron a los animales hasta
el año 4.000 a.e.a., tal como hemos apuntado. A los pueblos nómadas le son
atribuidas las pinturas que contienen escenas de ceremonias y las de “carros
voladores” o “galope volador” hasta el año 2.300. Las de “Camellos” serían
realizadas hasta el año 300 a.e.a.
En el Sáhara son innumerables los yacimientos
arqueológicos con paneles de pinturas y grabados rupestres, especialmente en
los macizos montañosos de Hoggar, del Tassile, del Tibesti, del Fezzan etc. En
Libia en el Tassile-n`Ajjer, Jabbaren, donde existieron Gorgonas (mujeres
guerreras), podemos apreciar una pintura rupestre de una figura femenina de
cabeza redonda, en actitud de desplazarse a zancada o danzando, la cual fue
calificada por Lhote (1975,19): en Martín-Cano, como “La Dama blanca” de Auanrhet,
Inawanghat, Ianouanrhat o Aouanrhet. Esta figura lleva un sombrero en forma de media
Luna rodeada de estrellas, tiene rodilleras, falda y brazaletes de flecos,
brazos en forma de “W” y de sus manos enguantadas parece que caen chorros de
agua. La piel es de color negra y el cuerpo parece estar embadurnado de blanco.
También del macizo de Tassili-n`Ajjer, Jabbaren, es otra pintura de figura
femenina que posiblemente representa a una Sacerdotisa de cabeza redonda datada
en entre los años 8.000 al 6.000 a.e.a. Lleva rodilleras, tobilleras, un
cinturón del que cuelgan dos tiras como taparrabos, y tiene un tocado en forma
de medialuna. Y transporta algo parecido a un cuenco o cuerno. El cuerno o
cuenco está decorado con rayas paralelas y recuerda al cuerno que sostiene la
mujer Chamán de Laussel, datada en el año 19.000 a.e.a. Del mismo lugar
mencionado es una pintura rupestre que aparentemente representa a un grupo de
mujeres agricultoras inclinadas sembrando, próximo al lugar anterior se pueden ver otro panel con dos
mujeres agricultoras que portan el palo excavador o bastón para la siembra.
En el Chad, montes Ennedi, se puede ver un yacimiento
rupestre que muestra a varias mujeres desnudas portando el palo excavador, los
cuerpos que presentan grandes adiposidades aparecen totalmente tatuados con
líneas que asemeja surcos, simbolizando quizás los campos arados.
En el macizo de Aïr de Niger un yacimiento de grabados
rupestre nos muestra un conjunto de figuras femeninas asociadas a una jirafa y
dos figuras de animales, las féminas los cuerpos están compuestos por dos
triángulos con los vértices invertidos, los brazos forma “W” y las cabezas son
flores de tulipán. El conjunto está realizado con la técnica de piqueteado,
mediante la cual se desprendió la pátina de la roca para formar las figuras.
Este panel esta datado en 2.500 años a.e.a.
En Zimbabue, (ex Rodesia del Sur) se halla una pintura
denominada como “Dama Blanca” de Damaraland, representa a una cazadora que
porta arco y flechas y una flor en la mano izquierda, está asociada a otros
dibujos.
La similitud de ambas figuras con la Dama Blanca de
Auanrhet es evidente, para explicarlo, Campbell (1991,434-5) apunta que: “...con
la desecación del Sáhara y la partida de la numerosísima caza, durante el
cuarto milenio a.D., los capsienses y su arte pictórico se trasladaron hacía el
sur, donde su influencia se pude encontrar en los diferentes estilo de Rodesia
del Sur:.. la ahora famosa y aún más misteriosa “Dama Blanca” de Damaraland...”
La arrolladora penetración de los ejércitos musulmanes
en el Norte de África, con su terrible carga de fanatismo islámico enemigo
acérrimo de cualquier manifestación artística de las divinidades por una parte,
donde los pueblos invadidos se les ofrecía dos opciones simples, o aceptar el
Islán o peder la cabeza, y posteriormente, los intentos de penetración de los
católicos y protestantes portando una dosis no menor de intolerancia religiosa,
arremetieron despiadadamente contra cualquier manifestación externa de las
antiquísimas creencias del pueblo mazigio y de los otros pueblos del
continente. Como consecuencia de estas agresiones las representaciones
estatuarias fueron masivamente destruidas, por lo que son pocos los ejemplos de
esculturas referentes a la
Diosa-Madre en el continente. Aún así, podemos observar que
las estatuillas básicamente tienen las mismas formas que otras encontradas en
otros continentes lo que nos hace suponer que estas figurillas acompañaron al
hombre en sus migraciones desde tiempos remotos, retornando milenios después a
su lugar de origen con ligeras variantes en las formas producto del avance de
las diferentes culturas.
A pesar de lo expuesto podemos admirar algunas
manifestaciones de estatuillas antropomorfas de la prehistoria africana,
algunas de las cuales son de factura relativamente recientes ya que están
datadas en el II milenio a.e.a. Estas figurillas son exclusivamente femeninas
al igual que en el resto del mundo, perteneciente a la civilización
paleo-africana y representan a la gran Diosa-Madre. Han sido realizadas en
piedra y terracota y proceden de tumbas. La idea extendida en el mundo
neolítico de que, al estar el difunto acompañado de la representación de la
gran Diosa-Madre, ésta con su poder les concedía la resurrección, han hecho
posible la pervivencia de estas figurillas testimonios de la firme creencia en
la vida después de la muerte en el hombre del neolítico.
En el Sáhara se encontraron ocho cabezas en un
yacimiento de Tabelbalet, Argelia. Son pequeñas tallas en piedra de la Diosa-Madre, ésta
aparece grabada en forma de un cono y confundida con el mismo, muy semejantes a
los neolíticos franceses.
Otra
figurilla de formas singulares tiene triángulo pubico, mamas, brazos como alas
e inscrita en un rombo (ambos elementos son atributo de la Diosa Tanit), hallada
asociada al rico ajuar de la tumba
de, Tin Hinan la heroína del pueblo
tuareg.
Los hechos históricos con el transcurso del tiempo
suelen tomar tintes de leyenda y viceversa, como es sabido se llega a un punto
en que se hace difícil separar lo que de historia real o de leyenda nos
presenta una narración sobre todo cuando esta no fue recogida mediante la
escritura cuando se produjeron los hechos, sobre todo si estos tuvieron lagar
hace 1.600 años.
Esta es la situación en que nos encontramos cuando nos
enfrentamos con la pervivencia de un aspecto de la Diosa de origen reciente.
Para los Tuareg actuales la creadora primigenia fue Tin- Hinan, “la de las
tiendas”, en lengua tamazig. La historia
de esta Diosa-Heroína es relativamente reciente: Hace 1.600 años una esbelta
mujer decide abandonar su residencia de Tafilalet en el suroeste del Atlas en
el actual Marruecos, montada en una camella blanca y acompañada de su fiel
criada Tamakat y un séquito de esclavos negros emprende un viaje que le
llevaría hasta Abalessa al sur de Argelia, en pleno corazón de Sáhara Central.
Tin-Hinan portaba en la caravana una gran cantidad de mercaderías además de sus
joyas personales las cuales eran cuantiosas. La princesa llegada del Atlas se
estableció en el entonces fértil Valle de Abalessa, que aún hoy conserva una
serie de doce antiguos y destartalados pozos recuerdo de pasados tiempos más
halagüeños. Las leyendas tanto la tuareg como la islámica nos sitúa a la
intrépida princesa ocupando el paradisíaco lugar junto al oasis donde creó su
reino y permaneció hasta su muerte. Llegó con una hija llamada Kella y allí
engendró con los dioses a tres hijos más que se llamaron Tiner, Takenkor y
Tamerouelt, quienes dieron origen a una de las razas más incógnitas del planeta
los Tuareg, término que quiere decir “hombres libres”. Una raza de tribus
nómadas que extendió su poder por toda África central, donde siempre han sido
temidos y respetados.
IMAGEN
IDEALIZADA DE TIN HINAN
Los Tuareg han guardado con veneración de generación
en generación el recuerdo de su filiación materna, al igual que han guardado su
tumba durante dieciséis siglos en un túmulo sobre una pequeña colina próxima al
oasis, y que es el monumento más importante del Sáhara central. La tumba sirve
de centro a una pequeña necrópolis donde prácticamente al mismo nivel fueron
construidos otros doce enterramientos en forma de pequeñas torres, entre los
que
fue
descubierto el esqueleto de un niño, y
que fueron descubiertas para los europeos en 1932.
Según la versión de algunos investigadores el conjunto
en su origen fue una vivienda convertida después en fortín, y las tumbas que
aparecen en los alrededores de la misma son posteriores, siendo posible que la
veneración hacía Tin-Hinan o la práctica de algún rito desconocido, motivara el
enterramiento en el lugar de algunos Tuareg prominentes. El lugar ha sido
centro de peregrinación para los hombres azules, quienes acostumbran a pasar la
noche en absoluto recogimiento recostados sobre la tierra reseca de las laderas
de la colina sagrada en actitud de custodiar a la vez que adorar el interior,
santuario de la Diosa.
Los arqueólogos
franco-americanos Reygasse y el conde Byron de Prorok inician las excavaciones
de la necrópolis de Abalessa situada a
cincuenta kilómetros al N-E de Tamanrasset, y anos doscientos cincuenta
kilómetros de la cordillera del Tassili, en la frontera con Libia, encontrando
la tumba de Tin-Hinan sacando a la luz aspectos desconocidos e insospechados de
las ruinas, del oasis, de la historia y geografía del territorio y sobre todo
de la existencia y origen de la princesa Tin-Hinan la Diosa-Madre del pueblo
Tuareg.
Las catas iniciadas por Prorok dieron como resultado
la puesta al descubierto de varias salas vacías con muros de unos espesores
entre 1 y 4 metros; finalmente centró la excavación en una de las once salas que
componen el monumento funerario o palacio de Tin.Hinan. Se trata de una
estancia de 5 por 4 metros de base y 2 de altura. La sala estaba vacía, más su
suelo estaba cubierto por losas, lo que no sucedía en las otras estancias: seis
enormes losas,de
varias toneladas de peso, que fueron transportadas a la cima del túmulo
inexplicablemente.
ESQUELETO
DE TIN HINAN
Al levantar una de las losas
apareció bajo ella otra sala, una estancia de 2´30 por 1´50 de altura. La luz
del ardiente sol del desierto alumbró la presencia de un esqueleto completo.
Por fin, los restos de la bella princesa Tin-Hinan habían sido hallados; y con
ellos, desvelados algunos de los secretos de su vida y su divinidad. El
ambiente seco del desierto había conservado el esqueleto en excelente estado.
El ajuar funerario estaba compuesto por siete brazaletes de plata en el brazo
derecho, ocho en brazo izquierdo. Sobre el pecho un anillo y una hoja doblada
de oro. Su pié derecho se encontraba rodeada de bolas de antimonio, y en el
izquierdo llevaba cinco perlas de metal y piedras preciosas. A la izquierda de
su pelvis se encontraban una treintena de perlas de diversos colores; y perlas
blancas y restos de un traje de cuero sobre su pecho. Junto al esqueleto se
encontró la estatuilla de una mujer estilizada con sus órganos sexuales
representados con gran realismo. La postura es similar a la que presentan otras
figurillas prehistóricas encontradas en Mesopotamia, China, Oceanía y en
América, representativas de la
Diosa de la naturaleza.
IMAGEN DE LALLA AZIZA
A pesar de que oficialmente
todo el pueblo mazigio del continente africano profesa la religión islámica,
determinados pueblos continúan practicando antiguos ritos que no son aceptados
por el islamismo, así tenemos por ejemplo la adoración a una santa que profesa
el pueblos Seksawa, de las estribaciones del SW del alto atlas, donde el idioma
está arabizado para cuestiones culturales y religiosas, no se rinde culto en
esta lengua cuando se realizan los sacrificios rituales en honor de la “Santa
popular” Lalla Aziza, durante el mes de julio, santa considerada símbolo de la
resistencia antimerínida cuyo culto se remonta al siglo XIV. Según José Matas:
“Durante la ceremonia se pone de manifiesto una gran tensión, que experimenta
un notable incremento cuando se clava el cuchillo en el cuello del animal
sacrificado. En este mismo instante, todos los presentes se abalanzan sobre la
victima para agredirla con gestos violentos aunque sólo sea fingiendo un golpe
con el brazo en alto. Algunos se tiñen la cara de sangre y la mayoría alcanzan
un estado de semiposeción. Después responden a invocaciones cantadas en un
intento de traer buenos auspicios sobre la comunidad y de obtener el favor de
Lalla Aziza.” (José Matas, 1981:280)
De entrada, resulta obvio que
el Islam jamás reconocería una santidad y un protagonismo femenino como el de
Lalla Aziza. Pero J. Matas lo contextualiza un tanto distorsionadamente:
“Practicas como la anteriormente descritas corresponden a diversas
supersticiones locales que “complementan” o simplemente se añaden a las demás
practicas propias de la religión musulmana comunes a todos los bereberes”. Este
autor reduce a mera superstición lo que para el pueblo mazigio es una evidente
manifestación de religiosidad. Quizás su equívoco provenga de la idea
preconcebida de que el ámbito de lo religioso sólo lo expresan en árabe.
Además, ésta no es la única forma de religiosidad bereber o amazigh, arraigada
hondamente, al igual que otras que socialmente son subterráneas o íntimas, que
acaban en el cajón de las supersticiones o de lo detectado por el investigador
por pertenecer al ámbito de la intimidad personal y, por consiguiente, al lado
oculto de la esfera cultural y del comportamiento humano. O dicho de otra
manera, ignoradas y por tanto discriminadas de los análisis de lo religioso, lo
cual permite seguir hablando de islamización neta entre los amazigh.
En Sain-Donat, Argelia, en la región de Constantina
también se han encontrado vulvas grabadas en las rocas, símbolos divinos de
fertilidad, así como Kerkús, mazigios en forma de túmulos cónicos,
representación de la Diosa
de la muerte similares a otros existentes en diversas cuevas de las Islas
Canarias.
Los ídolos hermafroditas similares a los aparecidos en
Europa, Asia, América y Oceanía, tienen su equivalente en el encontrado cerca
de Thiaroye-sur-Mer o Thia Roye, Dakar, Senegal, esculpido en un guijarro de
gresita, con torso paraboloide y grabados de puntos y trazos y triángulo
púbico.
En Sudán, también nos ofrece extraordinarias esculturas
femeninas localizadas en yacimiento de Nubia, al norte de Sudán, estas
figurillas están datadas entre los años 1.900 a 1.550 a.d.n.e. Entre ellas: El
bello y moderno torso embarazado encontrado en Kadada
con dibujos de líneas paralelas; una figura con cara zoomorfa, brazos como
alas, hallada en la tumba de una joven en la fortaleza de Aniba; Otra sentada
con brazos como alas, grandes adiposidades en muslos y escarificaciones en el
vientre y piernas en formas geométricas de líneas en zig-zag, también
localizada en Aniba: Otra más simplificada embarazada, con collar y cabeza de
oveja, que la identifica con la Diosa Tierra
de Askut. El doctor Bethencourt Alfonso, describe unas estatuillas similares
para el sur de la isla de Tenerife. (Islas Canarias)
El Lago Chad es rico en
yacimientos arqueológicos del pueblo Sao. Una de las partes más ricas de
yacimientos lo aporta las abundantes estatuillas femeninas y los objetos de
barro decorados con espirales. Una las más significativas de estas figurillas
es un ejemplar de color rosada con enorme boca, collar, escarificaciones de
espigas en aspa o motivo de “X”.
Nigeria, nos aporta con la civilización de Nok, de la
región norte, desarrollada entre el año 600 a.d.n.e. al 500 d.n.e., se han
localizado por exploradores ingleses por primera vez en el año 1928, en minas
de estaño terracotas antropomorfas de rasgos negroides, provistas de peinados
de gran sostificación y de pelucas, como la figura femenina con ojos
triangulares, pupila y nariz horadadas, boca con labio superior elevado con
mamas en la cabeza como sombrero de Jema, datada en el año 250 a.d.n.e.
Sin duda alguna la mayor cantidad de estatuillas de la Diosa-Madre,
pertenecen a sus enterramientos. No son sólo vestigios materiales de culturas
desaparecidas o sincretisadas, sino también manifestaciones de la concepción de
su existencia en un periodo histórico en que la esperanza de vida no era muy
elevada y la lucha por sobrevivir era intensa. En estos yacimientos hablan más
de lo que parece de un mundo donde los aspectos de la vida material y
espiritual estaban íntimamente unidos.
La religión es una situación anímica del individuo
siendo esencialmente moral y filosófica, por ello, es difícil que llegue hasta
nosotros pruebas tangibles y concretas de sus ideas, pero por lo general las
creencias se asientan en objetos materiales como símbolos sagrados sobre los
que se proyecta estas ideas profundas consiguiendo así que lo espiritual sea
más cercano y aprehensible. La necesidad de los seres humanos por comprender su
existencia y destino final se manifiesta en diferentes objetos, enterramientos
y monumentos funerarios.
REPRESENTACIONES DE LA DIOSA-MADRE EN
ÁFRICA
Según la arqueo astrónoma
Francisca Martin-Cano Abreu
TÉRMINOS Y RITOS RELACIONADOS CON EL MUINDO
ESPIRITUAL EN ÁFRICA NEGRA.
Alma libre. En
Europa no imperó la creencia monoanimista, defendida por los teólogos, hasta la Edad Media (en las
zonas rurales más tarde aún). Hasta entonces, la idea que predominaba, al igual
que en la mayoría de los lugares del mundo, era que el hombre tiene dos almas:
el alma vital, que mantiene en correcto funcionamiento las funciones orgánicas
(respiración, circulación de la sangre, etc.) y responsable a su vez del calor
corporal y de la capacidad de movimiento; y el alma libre, que con frecuencia
es localizada debajo de la parte superior del cráneo y que alberga la
conciencia, la capacidad de entendimiento y decisión, y la voluntad. Mientras
que el alma vital permanece de forma indisoluble unida al organismo, el alma libre
es considerada como puramente espiritual, independiente del cuerpo, al igual
que los espíritus y los dioses. Cuando las funciones orgánicas se hallan
desactivadas, como en el sueño, durante un desmayo, en el delirio, etc., el
alma puede separarse de su envoltorio físico y viajar al otro mundo. Lo que
allí ve y experimenta lo transmite al hombre en forma de sueños y visiones.
Tras la muerte se va al más allá con los antepasados para, tal y como casi todo
el mundo cree en las sociedades tradicionales, reencarnarse nuevamente entre
los suyos pasadas de tres a cinco generaciones. Visto de esta manera, el hombre
no es inmortal pero sí lo es su alma libre.
Antepasados. Los
espíritus (almas libres) de los familiares fallecidos desempeñan un papel
importante entre los poderes del más allá (junto a espíritus y dioses) de las
religiones de muchos pueblos establecidos en África, el sureste asiático y
Oceanía. Según un principio general, la autoridad aumenta con la edad. Así
pues, los antepasados (desde los más antiguos, fundadores del pueblo) disfrutan
del rango más alto, por encima del más viejo de sus descendientes, aunque por
debajo de los dioses y de la deidad creadora y superior, como el más antiguo de
todos. Los espíritus, al igual que los ancianos con vida, aconsejan a los suyos
(en sueños), se preocupan de que sigan el buen camino, les brindan la
fertilidad de sus animales y sus campos, y vigilan que sus descendientes se
mantengan fielmente dentro del orden transmitido de generación en generación.
Las personas negligentes reciben advertencias en forma de signos y pequeñas
desgracias, los culpables se ven afectados por enfermedades, accidentes,
pérdidas materiales o la muerte. Así pues, todos tienen un desmesurado interés
en que su relación con ellos sea fluida, sin perturbaciones, lo que se consigue
mediante el culto a los antepasados. Las oraciones y las ofrendas de alimentos
y bebidas realizadas con regularidad también ayudan, al igual que las
invitaciones a las fiestas familiares más modestas o a las grandes fiestas
comunitarias, durante las cuales se les recuerda con respeto, se les agasaja
generosamente con cánticos y danzas y, como despedida, se les ofrecen ricos
obsequios.
Brujería. Complejo representativo difundido por todo el inundo, según el cual
determinadas personas (brujas) poseen la capacidad de ejercer una influencia
nociva sobre sus congéneres, y que con frecuencia también pueden utilizar las
plantas medicinales y la videncia, o incluso el mundo sobrenatural. Cualquier
tipo de desgracia, sea una enfermedad, una esterilidad, una riña, la pobreza,
una muerte temprana o catástrofes naturales, se debe a su desastroso efecto.
Cuando se repiten las desgracias (serie) se cree que es cosa de brujería. Las
brujas deben su capacidad de provocar la falta de salud a una sustancia
inherente a ellas, la “fuerza de las brujas”, que con frecuencia se transmite
hereditariamente en determinadas familias y que aumenta su poder al aumentar la
edad: los brujos son generalmente adultos, mayoritariamente mujeres, los cuales
lesionan a sus parientes más allegados. En parte también inconscientemente,
actuando, como quien dice “intuitivamente”, las brujas reparten su acción
distorsionadora en secreto, con frecuencia en unión con otros brujos, con los
que se reúnen para celebrar orgiásticos banquetes con danzas, llamadas “aquelarres”.
Culto de posesión. Formas difundidas por todo el mundo, sobre
todo en sociedades coloniales de poca cultura, (los servicios religiosos
colectivos (raramente en “iglesias” establecidas y organizadas), en los que la
posesión es utilizada como medio para la comunicación con determinados poderes
espirituales (antepasados, espíritus, divinidades), los cuales desempeñan un
papel central. Entre los cultos de posesión más conocidos se encuentra el bori (Hausa),
zar (entre otros en Egipto, Etiopía y Sudán), vodun o vudú (oeste de África y
Hauí), kronianti (Jarnaica) y candomblé (Brasil), que con frecuencia imponen a
sus miembros un comportamiento social especial, orientado a los planteamientos
morales propios, con estrictas normas de ingreso y participación, rituales
específicos, normas propias de culto, acólitos y, sacerdotes (con frecuencia
con una estricta y escalonada jerarquía), los cuales como médiums
experimentados dirigen el culto. Los participantes en el culto, que
generalmente pertenecen a un determinado grupo étnico o social, también con
frecuencia son, por ejemplo, personas con una posición marginal frente a la
religión “oficial” (mujeres, hombres homosexuales, trasvestidos) y concurren
regularmente para el trance de la danza, sacrificios o para introducir adeptos
en el culto. Por regla general, estos últimos son “elegidos” por los
correspondientes poderes espirituales, mediante el envío de determinadas
“señales”, especialmente enfermedades. Mediante la iniciación en el culto de la
posesión, los “elegidos” se convierten en el “señor de la enfermedad”; para
ello se comprometen a ceder su cuerpo en el futuro (durante el trance de
posesión) de forma voluntaria a los poderes espirituales. Los cultos de
posesión aparecen con frecuencia en las sociedades rurales y urbanas, en las
que el colonialismo y las misiones -más actualmente la industrialización,
urbanización masiva y una creciente presión desculturizadora- han llevado a
estas sociedades a problemas económicos y de identidad. El sincretismo
desempeña siempre un papel decisivo en la aparición de estos cultos.
Dioses protectores, espíritus protectores. Seres espirituales asociados a un lugar, a
una persona o a un grupo a quienes protegen (sí se comportan de forma adecuada
y realizan correctamente los rituales) del peligro y los estímulos negativos.
Los espíritus protectores que los hombres jóvenes adquieren en el curso de una
búsqueda visionaria -con frecuencia larga- en el aislamiento, son conocidos
sobre todo por muchos indios norteamericanos a través del chamán. En África,
además de los dioses protectores personales existen los territoriales, desde
los propietarios espirituales de un campo, un trozo de selva o un poblado hasta
los dioses protectores de una región entera. Estos dioses no están con
frecuencia relacionados entre ellos jerárquicamente, siguiendo la pauta de la
sociedad humana. Los más poderosos entre ellos legitiman con frecuencia el
poder político, delegando parte de su autoridad en el dirigente político del
momento, que al mismo tiempo es su sumo sacerdote. Estos importantes dioses
protectores son honrados con diversas ceremonias a lo largo del año; los
“menores” reciben ofrendas para la utilización de un campo o cuando hay que
construir una casa, o antes de la caza.
Etnología. Vocablo formado por las palabras griegas etnos (tronco, pueblo)
y logos (ciencia). Este término apareció en Europa a finales del siglo
XVIII y se refiere al estudio de las culturas y la historia de “lo tradicional”
(ya que la vida está estrechamente unida a la tradición); es decir, pueblos
premodernos, de culturas primitivas, que hoy día también forman parte de las
sociedades modernas (grupos infantiles, laborales, urbanos, sociedades,
asociaciones, minorías, etc.). Por el contrario, el concepto de “etnografía”,
palabra formada también por los términos griegos ethnos y graphein
(escritura), se ocupa más en sentido estricto de la “descripción de la
población”; es decir, la representación de la cultura de un determinado grupo
étnico (sociedad local, clan, pueblo) con motivo de una o más investigaciones
en el lugar. Debido a la enorme amplitud del motivo de estudio, hoy en día la
especialidad se divide en múltiples subdisciplinas, como por ejemplo la
etnobotánica, la etnogerontología, la etnomedicina, la etnopedagogía o la
etriofilosofia, que se ocupan de las bases del conocimiento y planteamientos de
las sociedades tradicionales.
Fetiche. Denominación habitual en la época de los exploradores para los
amuletos de los marinos portugueses (fetico), que después pasó a
aplicarse a cualquier objeto que los europeos veían utilizar a los habitantes
de las costas africanas, y que de alguna manera parecían estar relacionados con
prácticas o conceptos mágicos o culturales. En ausencia de una denominación más
exacta, “fetiche” es desde entonces el término habitual, debido a las teorías
relacionadas con éste en el pasado (la etnología religiosa vio en la creencia
en los fetiches, el “fetichismo”, una etapa previa a la religión), principalmente
en el siglo XIX, despreciando y desacreditando otras denominaciones, para
referirse a objetos fabricados por el hombre, que después de determinadas
manipulaciones rituales ostentan un poder personal o fuerzas espirituales. Los
fetiches pueden activarse mediante ofrendas y utilizarse con fines mágicos para
defensa, curación o progreso. En África occidental, la denominación ju-ju
(distorsión del francés jouet, juguete) es sinónimo de fetiche. Los más
conocidos fueron sobre todo los fetiches de los ewe y los fon -según se tratara
de un objeto (bo) o de una figura humana (bocchio), denominadas así por la
población local- y más aún las esculturas de la zona bantú -denominados como
fetiches espejo o de uña (nkisi)-, que guardan en su interior una sustancia
fortalecedora, generalmente en una protuberancia o una hendidura en la zona
abdominal. Por una parte, los fetiches tienen un cierto parecido con los
relicarios y por otra con los “muñecos de magia negra” antiguamente habituales
en Europa, atravesados también con agujas, mediante los que se podía dañar a un
enemigo. No obstante, la mayoría de los fetiches guardan sustancias poderosas,
entre las cuales se encuentran con frecuencia piedras, cuernos, pezuñas,
dientes, huesos, pelos, piel de animales, etc., aunque también pedazos de tela,
suciedad, sangre menstrual, y sustancias tanto impuras como eficaces.
Hacedor de lluvia. Especialista que invoca o desvía las
precipitaciones a voluntad. Sobre todo en zonas áridas (por ejemplo, en la
sabana del África occidental) la población depende mucho de la lluvia. A pesar
de todo, según la fase del cultivo, la lluvia puede o no ser deseada; por este
motivo es importante poder influir sobre las precipitaciones. Por regla
general, los responsables de la lluvia son los jefes, quienes hacen ofrendas en
la casa de los antepasados o sobre sus tumbas (generalmente animales de color
negro) para atraer la lluvia, método legitimado por su estrecha relación con el
agua o la posesión de determinados objetos sagrados. Así, los alur (noroeste de
Uganda) reconocen como principal hacedor de lluvia al jefe de los ukuru, ya que
se encuentra en posesión de las piedras de la lluvia y de la lanza (de metal)
de la lluvia. Las piedras colocadas en un río pueden desencadenar la lluvia; y dirigidas
hacia el cielo, agitadas de un lado a otro, pueden evitar las precipitaciones.
También en otros lugares existen especialistas, que poseen una “medicina de la
lluvia”, la cual les permite enviar precipitaciones a sus enemigos en el
momento más inoportuno. En ambos casos se benefician también, por lo general,
de los tratamientos con magia analógica. Dada su estrecha relación con
las precipitaciones, con frecuencia unida a los rayos, también son capaces de
dirigir un tiempo tempestuoso contra los que hayan sido declarados culpables de
haber cometido delitos graves (sobre todo robo) contra la comunidad.
Hermandad de sangre.
Relación que equivale a la consanguinidad entre dos personas no parientes, por
lo general hombres jóvenes, sellada mediante el intercambio bilateral de sangre
(beberla conjuntamente o mezclarla a través de cortes) o mediante la
realización de una adopción, para la cual uno de los dos roza con la boca el
pecho de la madre del otro o simula mediante mímica su nacimiento. La hermandad
de sangre implica los mismos derechos y obligaciones en sí que entre hermanos
consanguíneos. Sólo en casos excepcionales se produce la hermandad de sangre
entre mujeres, como por ejemplo entre los ziba del pequeño reino de Kiziba, en
el lago Victoria, África oriental.
Herrero. Artesano que trabaja el metal (cobre, oro, plata, aunque
principalmente hierro). En las sociedades agrícolas, los herreros tenían una
gran importancia, ya que fabricaban las herramientas indispensables para
trabajar la tierra, y en las sociedades con ambición expansionista las armas de
guerra. Por esta razón, por regla general, despertaban sentimientos
ambivalentes: por una parte disfrutaban de una elevada posición y por otra eran
despreciados, aunque siempre temidos. Su excepcional posición dentro de la
sociedad aparece reflejada con frecuencia en la mitología. Entre los dogon,
Amina, el dios creador, formó el primer herrero (djemene) de la sangre y el
cordón umbilical de Nomino, sacrificado por él.
Así, el primer antepasado de los herreros pertenece
a la llamada generación prepaterna, lo que explica la influyente y privilegiada
posición de los herreros entre los dogón. Formaban un grupo endogámico,
socialmente cerrado, por lo que les estaba prohibido casarse con descendientes
de la segunda generación. Dado que los herreros no trabajaban la tierra,
llevaban una vida completamente dependiente.
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